La ciudad como cuerpo y como chiste

Yo como un niño en la ciudad.

• Voy por la calle dentro de un taxi observando el cuerpo de las personas que caminan por la ciudad. Observo si sus cuerpos se adaptan a Montevideo o si es Montevideo la que se adapta a sus cuerpos. Voy acurrucado en la parte trasera del taxi porque soy grande, mido un metro con noventa, y en los taxis de Montevideo hace varios años se ha instalado una mampara protectora que separa al chofer de los pasajeros por temas de seguridad. Para los grandes, como yo, es muy difícil viajar en un taxi ya que siempre tenemos que ir de costado porque en posición normal nuestras rodillas chocan con la mampara. Si el taxi frena de golpe, nos golpeamos la cara contra la mampara. Si el taxi choca, es muy probable que nos rompamos un diente o nos fracturemos algún huesito de la cara. Los taxis montevideanos no están hechos para los cuerpos montevideanos.

• Desde el taxi veo los hábitos de circulación de los cuerpos montevideanos en relación a la ciudad. Me fijo como nos movemos entre las venas de esta capital, como se cruzan los ciudadanos en sus arterias principales, como se aglomeran en sus espacios abiertos, como chocan contra sus huesos, como doblan en sus articulaciones, como se esconden en sus agujeros. Si mi ciudad fuese un cuerpo, ¿qué parte de la ciudad sería el sexo?

• Primero pensé que serían los hospitales. Allí nacen los niños, allí se mezclan los líquidos enfermizos de la gente, allí mueren, allí nacen, allí empiezan y terminan las grandes masas de ciudadanos. Pero después me doy cuenta que el sexo es más que eso, que necesito buscar qué parte de la ciudad se reproduce, se enfiesta, goza de si misma. Si quisiera ser hipócrita, diría que el sexo de la ciudad se encuentra en cada cama de nuestros hogares… mentira!

• Uruguay tiene una enfermedad terminal desde el punto de vista de la reproducción. Su población no crece y ya de por si es muy pequeña, sus pocos jóvenes migran tempranamente. Somos escasos tres millones y medio de personas, y parece que no tuviésemos las ganas suficientes como para crecer. No da para plantear una imagen de país en donde las camas son una fiesta. No, las camas de este país son más para dormir que para otra cosa.

• Sin embargo cojemos y nos reproducimos y nos enfiestamos, pero no somos muchos, es más, somos bastante pocos, pero estamos uniendo adeptos, estamos evangelizando ciudadanos. Me incluyo porque siempre voy a estar en el sexo de la ciudad, lo prefiero mil veces a sus brazos trabajadores, a su cabeza innovadora o a sus pies ágiles. Siempre busco el sexo de mi ciudad, ese acceso a lo escondido, al placer, al exceso, lo obsceno, la bella perla milagrosa en medio de lo sanguinolento y mugroso. Hay que meterse en el río para encontrar las pepitas de oro.

• Mi ciudad es un cuerpo viejo y nosotros somos viejos en la ciudad. Somos un país joven – todavía no cumplimos doscientos años que igual ya estamos festejando aunque nos falte oficialmente unos veinte años- pero estamos muy viejos. Así me presenté yo al inicio de todo este juego de escritura como hace 5 ensayos atrás. “Soy un viejo en el cuerpo de un joven” y lo mismo le pasa a la ciudad. Su estado natural es el de la lentitud, la tristeza y la nostalgia. Al menos así lo sentimos… sentíamos…

• Algo está pasando: una suerte de Benjamin Button a escala país- ja, sé que la comparación es espantosa pero no me logro acordar del otro libro más culturoso que trataba de la misma historia- . La ciudad y su gente, a medida que pasa el tiempo, han empezado a rejuvenecer. No estamos ni cerca de ser niños, ni adolescentes ni mucho menos jóvenes treintañeros. Pero hay una brisa de adultez que está recorriendo los suelos de nuestra patria. Como si derepente hubiésemos pasado de los 70 años a los 50. Entonces queremos coger un poquito más, tenemos alguna esperanzas y expectativa de vida, de que nos queda un tiempo por delante, hasta nos animamos a jugar un partiditos de futbol y ganarlo si un milagro nos ayuda!

• Algo está cambiando, Uruguay ha salido de la vejez y entro en la madurez, con un poco de suerte se cumpla aquel chiste de quino. Tal vez Uruguay sea aquel chiste. JA! Ojalá.

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La vida según Quino

… Pienso que la forma en que la vida fluye está mal. Debería ser al revés: Uno debería morir primero para salir de eso de una vez.

Luego, vivir en un asilo de ancianos hasta que te saquen cuando ya no eres tan viejo para estar ahí.

Entonces empiezas a trabajar, trabajar por cuarenta años hasta que eres lo suficientemente joven para disfrutar de tu jubilación.

Luego fiestas, parrandas, alcohol. Diversión, amantes, novios, novias, todo, hasta que estés listo para entrar a la secundaria…

Después pasas a la primaria y eres un niñ@ que se la pasa jugando sin responsabiliddes de ningún tipo…

Luego pasas a ser un bebé, y vas de nuevo al vientre materno, y ahí pasas los mejores y últimos 9 meses de tu vida flotando en un líquido tibio, hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo…

¡¡¡ESO SÍ ES VIDA!!!

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