Completamente libre

Ejercicios de vértigo. La idea de una despedida completamente libre me remite a una caída libre. Pasan los días y estoy en blanco. Nada es más libre que una hoja en blanco, el prisionero es quien escribe, encerrado afuera, cautivo de dios.

Saldré esta noche a cazar ideas, me vendrá bien despejarme y al volver a casa fluirá naturalmente. Es el segundo día de Ley Seca debido a las elecciones municipales del domingo. Si no bebo en absoluto en los eventos sociales es probable que me distraiga y me abstraiga, observe detalles, hilos deshilachados en los trajes de los reyes, un ratón neurótico cruzando en lontananza, ¡entonces lo haré! Cual ángel tomando nota invisible entre la gente escribiré la despedida durante la reunión de despedida de mi amiga. Voy a vestirme y salgo.

Ahora estoy parada sobre un gran baúl de madera en un espacio independiente de difusión cultural. Una performance acompaña la presentación de un libro. Los demás asistentes están al nivel del mar así que mi visión resulta privilegiada. Junto a mí, un amigo parado sobre una silla bebe un coctel de cortesía. (Primera infracción a la ley esta noche). “Somos los reyes del mundo” le digo. “Deberíamos besarnos” responde. Más tarde Wini y yo bajamos de la combi coreando con sentimiento “Hacer el amor con otro” y evocando la polémica pasión que despertaba esa canción en la opinión pública cuando teníamos diez años. Observo y cato la segunda infracción en el aniversario de una tienda llamada Reencarnación.

Pido palabras a los asistentes, en esta gesta el pueblo debe secundarme. Anguila-Perversión-Mierda-Atracción-Culpable. Oscuro inconsciente de los presentes… ¿Qué estoy haciendo? ¿Estoy transformando un artículo de tema libre en un trabajo de campo acerca de la libertad basado en asociaciones libres y entrega extemporánea? Este despropósito dinamita la frontera entre literal y liberal. Las calles están atiborradas de propaganda electoral y en la reunión de despedida todos beben sin complicaciones. K me informa que se observa en la calle circulación de gente ebria y desatada en varios sentidos, parece que los días de ley seca son ahora fiesta popular. Y mientras mis amigos urden estrategias e incursiones a lo Al Capone, crece en mí una inquietud antropológica frente al desacato, la vocación de caos y el derecho consuetudinario al que se refería el profesor Perla, por el cual una costumbre puede constituirse como derecho en tanto la comunidad convenga unánimemente su arraigo y beneficio.

Pero ya tengo que volver a casa a escribir y enviar el texto, estoy en falta y la gente enloquece alrededor. ¿Es la fiesta de la democracia? Temo. “¿No puedes con la libertad?” me pregunta M. “Antes no tenía problemas, debe ser la monogamia” bromeo, porque soy Libre como el disco que lanzó Alejandra Guzmán en 1993. Así como consigna mi tarjeta de recuerdo de bautizo que diseñó mi padrino Alejandro (que en paz descanse): “Haz nacido para el amor y la libertad”. A la exaltación de esos valores dedico mi vida, y no porque estuviera escrito en aquella cartulina.

Es desconcertante descubrir que estuve escribiendo poemas de amor durante largo tiempo sin saberlo, cantando con el estómago y no con la garganta, tal como aconsejan los maestros de canto. ¿Cuánto hace que de mi boca brotan mariposas en lugar de mantis religiosas?

Me encantaría seguir charlando pero debo entregar esta carta al cartero que está esperando en mi cuarto.

Volveremos a encontrarnos escritores, lectores y electores, en la Ley convenida, en la fiesta de la Superdemokracia.

no más comentarios