Y al final de todo el dueño de un monstruo acuático me pinta como una dominatrix

Fue difícil y vertiginoso, emocionante y caliente.

Cinco meses traduciendo textos ajenos, desconocidos, editando, reprendiendo, blogiando, una nueva tecnología para mi. Puedo afirmar que aprendí, aprendí mucho.

Con una red inalámbrica bajo el sol tunecino, en la piscina, entre ese jolgorio tan elemental de los discapacitados, me pareció cool traducir complejos ensayos cubanos para los Superdemocráticos. Cada vez que, en medio del verano inexistente del mar Báltico, escuchaba la pregunta: ¿En serio te vas a poner a trabajar ahora? ¿Después de coordinar un grupo de 14 personas de ocho de la mañana a once de la noche y de montar en la montaña rusa todo el día? La labor se ponía un poco más pesada; para ser sincera eso de quedarse dormida sobre el laptop cada noche no es mi estilo.

El verdadero reto, mi Herausforderung personal lo viví en Hungría. Lago Balaton, temporada baja, deadzone: ich war aufgeschmissen. Aprendí la eternidad que se puede quedar uno colgado a una palabra, cuyo significado yo creía saber. Lo difícil del abecedario cuando toca trabajar con un diccionario impreso, old-school. Mientras dormían las cinco personas que por circunstancias desfavorables como las nuestras, tuvieron que pasar sus vacaciones en este lugar, yo me escapaba clandestinamente de la casa por la noche, pasaba por un escenario de película de horror en una alameda, cruzando ramas deshonradas por las tormenta e intentaba esquivar a las criaturas (ojalá) felinas cuyas miradas eran lo único que resaltaba en la oscuridad.

Todo esto para llegar al frente de un hotel o de la versión húngara de un antro de metaleros, únicos lugares en los que había Internet y además (…redobles de tambor…) red inalámbrica! Ya allí tenía exactamente 18 minutos, regalo de mi batería del siglo pasado, para subir un texto como lo recetaron las editoras. Ja, ich habe gelernt, que este tipo de trabajo puede ser más difícil de lo que uno se imagina.

Aunque la globalización, según el Axolotl, tendría que ser desarrollada y Europa, viejo continente, no tiene selvas donde la falta de cobertura de red sea de esperarse, aunque la virtualidad domina lo cotidiano, ella existe, la libertad sin Internet, buena o mala, ahí esta. Existen paisajes “pobres”, libres de red y ahí también hay humanos! Y ellos no saben nada del vicio, de la adicción, y del supuesto bienestar y lujo de tener que googlear todo o de poder comunicarse constantemente por skype. Allí, en medio del “corazón” de Europa, en Hungría, Mallorca o Friedrichshain la surrealidad de la realidad virtual a veces no llega. Así me doy cuenta de la adicción, lo que implica la pregunta por el sentido de todo esto, pero desaparece con el siguiente chute, no click!

A pesar de todo me mecieron los buenos momentos, la alegría que me llenó cuando por casualidad, o los azares del destino llegó la palabra, la frase, el sentido. Un click en “guardar” y la certeza de que una vez más pude, si yo pude, ayudar a que personas que de otro modo no se pueden entender, que nunca se han visto y no se verán jamás, que nunca han interactuado, se sientan unidos en lírica y prosa. En historias de animales, encuestas y obras de marionetas. Y yo me acuerdo de las personas que me acompañaron, mis In-Kultas con las que no puedo estar más agradecida. Me acuerdo de la pesadez de la lengua alemana, que reacciona toscamente ante todo lo que tiene que ver con la sensualidad, que titubea ignorante en las cuestiones de entregarse, que muestra su pobreza en máximas sociolécticas como pinche, son o guey, y que simplemente no tiene ninguna palabra para felicidad, de pronto porque ya es feliz, si es que es feliz, ¿para qué necesita un sustantivo?

Las palabras son obras de arte y escogerlas un arte en sí, frases completas son un milagro! Da igual en qué idioma sea, siempre y cuando se pueda transmitir el contenido. Una poetisa maravillosa dijo una vez: Yo quisiera tener una pantalla en mi frente, para que ustedes vean lo que pienso, lo que siento, y así puedan ver y sentir del mismo modo. Yo me le uno en su deseo, y espero que algún día esta pantalla sea inventada abarcando culturas, fronteras e idiomas.

Traduccion: Natalia Guzmán Díaz

2 comentarios sobre 'Y al final de todo el dueño de un monstruo acuático me pinta como una dominatrix'

  1. Simon dice:

    Estimada Senhora Buxbaum,

    quierole comunicar que me gustó mucho su ensayo. Usted tematiza algo relevante aunque sea algo cotidiano.

    Saludos,
    Simon