Creo que ya es tiempo de ir con el globalisiatra

Yo nunca fui un adolescente globalifóbico. Siempre he considerado que la globalización es un mito: la globalización como nación única. El motivo one & only para esta teoría es la Internet. La red mundial infecta los rincones más lejanos de la suave patria. Un efecto polarizante. La verdadera globalización se presentaría si el rancho afectara todo el orbe. Cuando se presenta una relación entre el pueblo y globo, si esta es efectiva, no se trata de otra cosa que del simple intercambio cultural. Este intercambio siempre se presenta de manera individual, casi nunca plural. ¿Entonces dónde se encuentra lo globalizante?

La globalización, como las guerras de independencia o las revoluciones, pretende un proyecto de nación. La globalización es un proyecto de nación fallido. Tal vez la única globalización posible sea la del lenguaje. Y no la vinculación de una red a otra, si no de un código que promueve precisamente la Internet. Nunca he sido defensor del lenguaje. William Burroughs proponía acabar con todo pensamiento racional. La globalización del lenguaje podría estar dictada por un sistema de símbolos que nada tuviera que ver con la razón humana.

La globalización, como toda irrupción de la tecnología, sirve entre otras cosas, para alimentar la paranoia. Considero que la globalización comenzará por el lenguaje, lo que nos llevará a convertirnos en alienígenas. He aquí mi versión, lo que mi paranoia ha inventado a raíz de un nuevo lenguaje unificado.

Año 3000 (o menos): la raza humana ha modificado su manera de comunicarse. Han suplantado las lenguas por emoticones del msn. El mundo se entiende a través de estos símbolos. Es innecesario conocer otro idioma para viajar a Singapur o Copenhague. Descubrimos que el aire es irrespirable. Como en los anuncios de televisión, la nariz es intercambiable. Después, el aire se vuelve tan turbio que es imposible ver a más de dos metros, la contaminación acaba con la noción de paisaje. Nos injertamos párpados transparentes, como vidrios polarizados, que nos permiten ver con la visión nocturna de los programas de Animal planet. Modificamos tanto nuestro cuerpo que nos convertimos en los hijos de Jaime Mausan. Entonces aparece una nave espacial, platillo volador u ovni, según les guste, y se conecta a toda la red. Trasmite un mensaje: el planeta tierra va a explotar. Abandonamos la tierra en una gran arca de Noé intergaláctica. Vivimos en galaxias remotas, en la luna y también a la vuelta del planeta. Inventamos la máquina del tiempo para viajar al siglo XX y mandamos señales en un lenguaje que nadie entiende. Pretendemos alertarnos a nosotros mismos que en el futuro seremos aliens. Que detengamos la domesticación del lenguaje globalizado. Nunca lograremos comunicarnos. El lenguaje que nosotros mismos inventamos no lo pueden descifrar nuestros antepasados.

Una vez asentadas las nociones de nacionalidades planetarias, en un planeta surge un proyecto que pretende indagar en el ser (perdón) en el alien latinoamericano. Se llama Los superdemokráticos intergalácticos. Escritores del espacio esperarán en su bandeja de entrada una invitación a colaborar en este foro.

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