Diáspora negra

Estoy sentada en un café. El sol brilla, y en lo primero en lo que clavo la mirada es en las enormes palmeras y en sus palmas al vaivén del viento, y después en Angela Davis que se acerca con una manta de yoga en la espalda,
me sonríe y me pregunta cómo estoy. Nos habíamos conocido hace poco en un
evento. En los tres cortos meses que llevo viviendo en California he tenido encuentros de los me habrían mantenido en pie por años en Alemania. A veces hubiera deseado haber crecido aquí y no haber tenido que crear en esa Alemania rodeada de la incesante hermética identidad blanca, mi identidad de mujer negra. Ser negro es una autodefinición política cuyo adjetivo tiende a escribirse en mayúscula*. No me habría tocado ocuparme, desde mi muy temprana niñez, de cosas como de que lo primero que alguien ve en mí es la representación de un grupo y muchísimo después a la persona. Ocuparme también de que la persona afro-alemana como yo no esté presente en el discurso medial, y si se le menciona, sea sólo en sus clichés. De que se nos llame cosas que no son dignas de que se les llame seres humanos.

Aquí no tengo que estar definiéndome constantemente, ni tengo que dar explicaciones. Y exactamente porque la identidad de negra es algo tan presente que mi identidad de negra deja de ser decisiva. De repente ya nadie hace preguntas cuando digo que soy alemana (¿Pero de dónde eres en verdad? ¿Cuál es tu origen? ¿Pero tus padres?…) En mis 30 años de vida no puedo recordar ni siquiera una situación en la que en Alemania esta frase haya sido aceptada sin ser cuestionada. Ser negro y ser alemán son hechos que se descartan mutuamente.

Algunas veces me hace hasta falta. Pero luego recuerdo otra vez lo que es ser un extraño en la propia tierra. Recuerdo que los sobrentendidos a los que ya me acostumbré completamente en mi nueva patria, son allá inexistentes. También recuerdo que en Alemania no me encuentro casualmente con mis héroes y con personas que me sirven de inspiración como Alice Walker, Chuck D y Danny Glover, sino que en cambio tengo que invertir mucho tiempo, energía y planificación para tener presente para mí misma (y para los demás) lo diversos y admirables que somos la personas of color. Y mientras que nosotros nos resistimos a que en Hamburgo y en el resto de Alemania se sigan nombrando calles y barrios en honor a colonialistas, yo vivo aquí entre edificios, autopistas y plazas con nombres de miembros de la resistencia y políticos negros. Aquí me puedo unir a los más diversos grupos y organizaciones negros, sin tener que ser yo quien los funde. Aquí puedo simplemente participar.

Puedo entrar a Marcus Books, la librería afroamericana independiente más antigua de los Estados Unidos, y sumergirme entre las obras completas de la literatura de la diáspora africana. La diáspora africana tiene hasta su propio museo. Todo esto me alegra muchísimo. En mí ahora muchas cosas se han tranquilizado. Claro que sé que también aquí, detrás de todo esto de lo que puedo disfrutar ahora, se encuentran luchas y víctimas dolorosas. Luchas que aún no han terminado. En ese aspecto mi estancia aquí es como si me hubiera sentado en una máquina del tiempo, como si hubiera visto un preview de lo posible. Todo esto- y al mismo tiempo algo muy propio- podemos tener nosotros también en Alemania si nos seguimos organizando como People of Color y no nos conformamos con el status quo.

Al finalizar su estadía en mi universidad, un catedrático afroamericano invitado estaba tan escandalizado por lo que escuchó de sus colegas y lo que vivió en Hamburgo que éste intentó convencer a todos los estudiantes negros de mi facultad de irse a los Estados Unidos. Mi opinión era que largarse no era la solución, sino que había que quedarse y cambiar algo, que uno no podía abandonarlo todo ni a todos. Ante esto decía: “La cuestión es qué tanto puede aguantar uno mismo.”

En aquella época esto era, para mi joven corazón de activista, algo difícil de
aceptar. Para mí era como un acto de alta traición a aquello a lo que le dedicaba mi vida. Pero mi profesor tenía razón, uno debe cuidar de uno mismo, reunir fuerzas una que otra vez. De esta manera trato entonces, ya sea desde la distancia, de compartir un par de cosas del futuro con aquellos que en Alemania mantienen esa posición:

youtube http://www.youtube.com/watch?v=94W1JjvWOSk

*En alemán se puede convertir sustantivos en adjetivos escribiéndolos en mayúscula como nombres propios.

Traducido por: Adriana Redondo

3 comentarios sobre 'Diáspora negra'

  1. Chicha dice:

    Dein Text hat alles beschrieben,was dunkelhäutige Menschen immer noch in Deutschland aushalten müssen.
    Der Gastprofessor aus den USA hat das gesehen,was wir ganz oft verdrängen oder einfach nicht wahrhaben wollen.
    Ein sehr inspirierender Text und so realistisch,dass er wieder Mut macht die Beine in eine andere Richtung zu lenken,um die Seele von Lasten zu befreien.

    Danke!

  2. Julia Roth dice:

    Aber bitte, bitte nicht ‘dunkelhäutige’ Menschen sagen/schreiben!!!!!!!!!!
    People of Color ist die selbstgewählte Bezeichnung.

  3. Awaking dice:

    Danke. Victoria, deine Texte, dein Mut und dein Denken hat mich gerettet. Die ganzen Afrocommunity habe ich erst vor kurzem entdeckt. es ist wie ein Lichtblick nach einem langen schrecklichen Tunnel. Als Afrodeutsche in einen minidorf in Deutschland aufzuwachsen, ohne Vater, dass ist nicht leicht. Dann habe ich durch mein Studium ein Jahr in der Karibik gelebt und gelernt. Und wiedergekommen und gemerkt das ich in meinem Land so fremd bin, dass ich nicht mehr hier leben will.