Ahora que nos hemos convertido en cybors

Cuando pensamos los temas que queríamos proponerles a nuestros autores para conocerlos mejor, nos pareció importante referirnos al cuerpo de carne y hueso, que es la instancia primaria de la ciudadanía. Donde el sujeto ve limitada o no su libertad y donde el libre albedrío es puesto a prueba. Los Estados norman y regulan a través de la educación y las leyes nuestro comportamiento fisiológico. Ese comportamiento a su vez, es la expresión más plástica de los valores de una civilización, ya que es el que define los estándares de lo que debería ser el amor, la reproducción, la religión, la vida.

Al formularlo partimos de la idea cristiana de que el cuerpo es un recinto, un espacio habitado por el espíritu, es decir un territorio en el que hoy por hoy son los Estados los que deciden sobre los derechos sexuales, si podemos beber o no, fumar o no, comer o en qué medida el color de nuestra piel es determinante para el ejercicio de nuestros roles de género en una sociedad determinada. ؟cómo se viven las diferencias?

؟Qué papel juegan los nuevos medios de comunicación y las nuevas tecnologías en las identidades sexuales de las personas? ؟O por qué la salud del contribuyente es la única opción de hacer política que tienen muchos partidos en época de crisis? Si estos cambios se expresan en leyes, ؟cómo afectan la convivencia cotidiana? ؟La muerte es un derecho constitucional? ؟Cómo coexiste la dicotomía entre hombre y mujer con la posibilidad técnica del transexualismo? y en qué medida: el travestismo no es una opción estética generacional.

Los que tenemos menos de cuarenta años podemos construir nuestra identidad o saciar nuestra curiosidad por Internet, buscando en los foros lo que nos da placer, cosa que constituye un quiebre profundo en el discurso de la intimidad. Quizá para nosotros sea más importante ser un cybor, que un hombre o a una mujer y habrá quién sienta respeto por los fumadores suicidas. Los desnudos de esta sección de nuestro álbum de fotos están pensados para observar en qué medida nuestras sociedades nos permiten ser los sujetos que libremente hemos escogido.

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