USA – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 ¿Qué tan alemana soy? http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/wie-deutsch-bin-ich/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/wie-deutsch-bin-ich/#comments Fri, 30 Sep 2011 10:07:22 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5178

Paisaje de la Alemania central en difuminación.

Soy alemana Este adverbio me suena absolutamente normal, lo tengo que poner en formularios, eso dice mi pasaporte, me define. Pero cuando pienso en lo que hay de alemán en mí, comienzo a cavilar. Desde ya, llevo dos semanas pensando en lo que podría escribir al respecto. Sobre Alemania, sobre mi país. ¿Mi país? ¿tu país? ¿ningún país? ¿el país de quién?. Mis antepasados vienen de Bohemia, de donde viene la pilsen, hoy es una parte de la República Checa. ¿Soy alemana porque me gusta ser puntual? Los finlandeses también lo son. Como col con gusto, pero los coreanos también. Además me gusta el Döner Kebap, una comida con antecedentes migratorios[1]. Vivo en Berlín y amo esta ciudad, pero Berlín no es Alemania. Los restos del muro, los veo camino a la estación y recuerdo cómo de niña viajaba de la RFA hacia Berlín occidental por las vías de tránsito permitidas por la RDA en un Opel Kadett con mis padres (“desde hace poco tiene un Opel”[2]) y cómo podía mirar la puerta de Brandeburgo en el oriente, desde la plataforma de observación puesta en occidente. Allá en el oriente, aún en el verano de 1990 y sobretodo en el campo, se saludaba a los hermanos y hermanas alemanes con : “café y tortas gratis para los Wessis[3]”. Que lindo ¿cierto? Alemania no es precisamente famosa por su hospitalidad.

Como alemana ¿Quién soy yo? Me tengo que mirar desde afuera, siendo parte de una „cohorte“, como dicen los sociólogos. Desde allí me percibo a mí misma como poscolonializada por las potencias de liberación después del 45.

En la clase de historia de la escuela aprendí en gran parte sobre la Revolución Francesa, la Revolución Industrial en Inglaterra, la Guerra Civil de Estados Unidos y las dos guerras mundiales, iniciadas por Alemania, en especial sobre el Tercer Reich, el Holocausto y los exterminios en Rusia y en Europa oriental. A los 14 años yo miraba en los libros de historia fotos de las montañas de cadáveres en Auschwitz, que se exponían en lugares públicos para la „reeducation“ del pueblo alemán. Como colegiala  hablaba con mis abuelos, que recordaban ver a los trabajadores forzados marchando y fueron ellos mismos prisioneros de guerra, y quienes se reprocharon a sí mismos en los 80´s, con la culpa más grande de su vida, no haber hecho nada en contra de la Alemania nazi y haber permitido esta dictadura mortífera y sin respeto por la dignidad humana. Yo pensaba: soy hija de sobrevivientes, de sobrevivientes simpatizantes de los nazis. Mis padres se ponen agresivos cuando hablo así. Pues mis abuelos eran, naturalmente, buenos simpatizantes. Yo viajé al terminar el bachillerato a Israel, con una amiga judío-alemana y otra alemana-originaria, que confundían con una judía. Hablé con trabajadores ingleses de los Kibutz, con “partypeople” israelitas en Tel Aviv, con vendedores árabes en el mercado en Acre y con peregrinos en un hostal cristiano en Jerusalén. Y pensé: como alemana ¿es la ausencia de paz aquí, culpa mia? En el extranjero muchos piensan que soy de Sudáfrica por mi fuerte acento al hablar inglés. Negar la germanidad es a veces muy agradable. Sobre todo cuando me ponen una cerveza al frente para el desayuno. Ya me ha pasado.

Y si ni siquiera sé quién soy yo como alemana, ¿qué es Alemania para mi y para otros?. Muchos dicen que marca un ejemplo de “superación de la historia” y en la memoria colectiva sirve para no olvidar que el patriotismo se puede convertir rápidamente en arrogancia nacional. Otros quieren volver a vivir su alemanidad normalmente, desde el mundial de 2006 se ve la bandera nacional incluso en los rostros, como maquillaje. Por otra parte hay quienes quieren definir una nueva identidad mutli cultural, condimentada y enriquecida por la perspectiva de los inmigrantes, pues hoy en día un quinto de la población alemana tiene antecedentes migratorios, como se le denomina, pero que los “implicados” quisieran re-componer en antecedentes vibratorios.

Nosotros habemus Papam, tenemos un ministro de Relaciones Exteriores gay y una canciller federal, nuestro liberal ministro de Hacienda fue adoptado de niño, sus verdaderos padres eran refugiados vietnamitas. Atención: ¡diversidad! El estado de bienestar está en muy malestar, la desigualdad social aumenta, la Eurozona esta en crisis. Atención: ¡precariedad! Y yo ya no se nada. ¿Es esto alemán, global o da igual? Cuando miro por la ventana veo hojas marrón en el piso y me doy cuenta de que viene el otoño. En otros lugares empieza la primavera. Y el sol brilla para todos. A veces más y a veces menos. Pero nunca en los colores nacionales. „Alemania somos…“, escribió el poeta Heinrich Heine en 1833, „nosotros mismos“. Y de esto no cayó en cuenta sino hasta que se miró a sí mismo desde la distancia, en el exilio en París. Tal vez esto es muy alemán, tomar distancia crítica de sí mismo. Y cuestionarlo todo…

Traducción: Natalia Guzmán Díaz


[1] Migrationshintergrund: antecedentes migratorios. Término acuñado por el instituto oficial de estadísticas que define a todas las personas que han migrado a Alemania después 1950 y sus descendientes, si los tienen, hayan nacido estos con o sin la nacionalidad alemana.

[2] Dicho popular en los 80s. En alemán moco y Opel riman (Popel/Opel) y al parecer fue un carro que por su costo y accesibilidad circulaba por montones por las calles alemanas.

[3] Wessi : viene de la palabra alemana West, oeste. Se usa despectiva y cariñosamente para definir a los que vienen del Oeste de Alemania. Se opone a Ossi, Ost, del este.
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El mango debajo del árbol de navidad http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/die-mango-unterm-weihnachtsbaum/ http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/die-mango-unterm-weihnachtsbaum/#comments Tue, 21 Sep 2010 20:18:53 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1901 Empecé a darme cuenta de que existía algo como la globalización, una vez que mi madre me pidió que bajara al sótano para buscar un frasco de pepinos. En secreto preferí buscar dulces. Para mi sorpresa, encontré un baúl de madera con pegatinas de distintos países.

El día del frasco de pepinos yo tenía seis o siete años. Empecé a hacer preguntas y entonces supe que mi madre viajó con ese baúl cuando era jovencita a los Estados Unidos para trabajar allí como niñera. Ella llevó esa gran caja en un barco, pues no tenía una maleta. Hasta ese momento no me había llamado la atención que continuamente recibiéramos cartas desde EEUU o Indonesia, de sus amigos extranjeros, o el hecho de que mi madre comprara de vez en cuando Marsh Mellows y conociera frutas sobre las que yo nunca había escuchado hablar. Mi padre intentaba todas las navidades conseguir un mango, porque mi madre, a lo largo de sus viajes, se había enamorado de esa fruta. Si lograba conseguir alguno, lo envolvía en papel de regalo y lo ponía debajo del árbol de navidad. A mi madre eso la enternecía. Yo empecé a interesarme por los idiomas y las frutas exóticas.

En realidad empecé a entender eso de las frutas exóticas cuando los mangos empezaron a aparecer en la góndola de frutas y verduras de los supermercados Kupsch y Kaufland -cadenas de tiendas – en cualquier época del año, como si formaran parte de nuestra comida habitual, como las papas o las remolachas. En las navidades mi madre siguió haciendo como si se enterneciera en cada ocasión que descubría un mango debajo del árbol. Pero todos sabíamos que la sorpresa y ese “y de dónde lograste sacarlo?” eran fingidos. Ahora cualquiera podía comprar mangos. Por entonces aparecían además los primeros kiwis, puedo recordar que no supe cómo comerme el primero y que me quedé fascinada con esa fruta tan práctica: partir y cucharear en las dos mitades. Genial. Con el tiempo entendí que globalización significa más que una fruta exótica y cuales son sus consecuencias (en combinación con la adicción a las ganancias del capitalismo sin límites) para los más débiles en el mundo. También que mi país era un enclave de la felicidad en un mundo en el que muchas cosas están muy mal.

Cuando vienen a visitarme mis amigos a Buenos Aires ven una ciudad moderna, pero siempre se sorprenden de lo lejos que pueden estar del “mundo conectado”, porque no pueden responder a todo con un par de clicks como suele hacerse. También se extrañan de que pueda existir un país en el que no cualquiera sabe quién es Lady Gaga, en donde prácticamente no se ven I-pods en los buses y trenes. O que tenemos una moneda que no puede cambiarse en el extranjero. Tampoco pueden creer que aquí hay aspiradoras modernitas de Miele, pero que para algunos modelos no pueden conseguirse las bolsas del depósito de repuesto, porque nadie las importa. Es un país en el que una no puede pedir libros por Amazon, sin tener que ir hasta la ventanilla de correo internacional, esperar dos horas y pagar altos impuestos aduaneros. En el que una no puede comprar MP3 en tiendas Online internacionales, porque vive en la lugar equivocado, con una dirección IP equivocada: „el producto deseado sucumbe de limitaciones geográficas“.

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Sean Ciudadanos-bus http://superdemokraticos.com/es/editorial/werdet-bus-burger/ Sun, 12 Sep 2010 11:18:29 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1884 Nuestro blog Los Superdemokraticos une a dos regiones que tienen un punto de vista muy distinto sobre la inmigración, ese fenómeno que en todo el mundo impregna las sociedades, la literatura. Alemania tiene problemas para reconocer a sus inmigrantes como una parte integral (sigan el debate sobre Sarrazin -el antiguo responsable de finanzas en Berlín- en los textos de Jo Schneider y Emma Braslavsky) y eso que en este momento cada segundo ninho tiene un tranfondo migratorio. Países latinoamericanos como Argentina, por el contrario, se entienden así mismos hace mucho como países de inmigrantes (sigan el texto de Karen Naundorf), otros países -México, Cuba, Bolivia- están marcados por el éxodo de sus habitantes: quieren irse a USA o Europa.

Todo ser humano lleva de alguna manera a un inmigrante dentro de si, a lo mejor se trata del buen ciudadano que se encontró René Hamann. (el que en este momento niegue con la cabeza debe mirar la historia de su familia un par de generaciones hacia atrás). Lo nuevo es que cualquiera puede permanecer unido con su país gracias al Internet, la televisión por cable, la radio y el skype. Los cables que atraviesan el mar sirven como cordones umbilicales, con eso el juego Fort-Da de Freud es llevado al absurdo: es posible estar tanto aquí como allá, por lo menos como un hermano, amigo, padre, contacto en Facebook hiperreal. A partir de esa tension es posible crear una „nueva manera de identidad hecha de practicas culturales propias y ajenas“, como lo formula Lizabel Mónika. Ella pide que el „ser extranjero sea aceptado como una forma de tráfico entre ciudadanos“. El que es extraño, ve las cosas de otra manera. El que es extraño puede dar consejos constructivos. El extranjero vive malos entendidos.

Hoy basta con viajar en bus para sentirse, voy a decirlo, „extranjero productivo“. Para mostrar donde cojea el debate. En los buses de linea de la empresa estatal de transportes se encuentran trabajadores y desempleados, turistas, asilados y personas que viven aquí hace mucho tiempo, familias, parejas y solteros, estudiantes, obreros, músicos callejeros. Ellos utilizan los colectivos, el tranvía, el metro y los trenes por casualidad. En un vehículo se convierten en compañeros de un cotidiano común. Agustín Calcagno escucha en el bus una mezcla entre cumbia y minimal Tech, María Medrano voces de mujeres que visitan a sus parientes en la cárcel, Leo Felipe Campos se compadece de visitas que no quieren arriesgare a vivir „las aventuras de los distintos medios de transporte“, Rery y yo encontramos turistas y a un pintor boliviano muy famoso en el M29. Hago una petición aquí, fundar una nueva manera de ciudadanía, la ciudadanía-bus. Frente al bus somos todos iguales. ¡Viaja más en bus! Atrapa la vista de los otros.

PD. Podrán decir naturalmente que eso es una locura. Pero esa manera de aproximación a distintos códigos culturales sería al menos un principio. Podríamos empezar a hablar con ellos, con aquellos que se sientan a nuestro lado. Desde los dos lados. Un bus y un beso, eso iría bien.

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Ciudadano de hoy: ¿extranjero de mañana? http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/heute-burger-morgen-fremder/ Thu, 09 Sep 2010 07:48:29 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1785

Tapa de Sherry Yorke "Multicultural Literature" Foto: Linworth Books

Mi país es Cuba, pero me encuentro hoy de visita en los Estados Unidos, para ser más precisos, en Miami. Una ciudad asombrosa, llena de latinos –personas emigradas de Latinoamérica-, y con un clima parecido al de La Habana. El término latino sólo parece tener sentido acá, o en el resto de Estados Unidos y Canadá. Latino es una etiqueta que encuentro políticamente muy activa que da cuenta de diferencias y de cercanías culturales; a saber, las diferencias con el norteamericano o “gringo” y las semejanzas frente a este entre las distintas culturas latinoamericanas.

No es que todos los latinos tengan el mismo comportamiento en América del Norte, puesto que no es así. Los grupos de cubanos, puertorriqueños, mexicanos –estos pueden encontrarse en mayor número en Texas-, colombianos, dominicanos, entre otros muchos, se adaptan de manera diferente al american dream. En Miami, por ejemplo, los cubanos parecen obtener un económico american dream como tendencia. Sé de puertorriqueños en algún punto de esta ciudad que permanecen en un barrio identificado como pobre y negro. Lo primero es palpable allí, lo segundo tiene que ver con la manera en que se acomodan ciertas identidades culturales en el imaginario norteño donde predomina ese “white people” que hace referencia a una superioridad étnica y político/económica al mismo tiempo. Cuando se dice white people se piensa en anglosajones o en descendientes de estos. Significativamente, todo lo que caiga fuera no es “blanco”, lo que recuerda el hecho de que la idea de raza nació en tiempos de la colonización de América.

En una reunión informal de estudiantes y trabajadores de la biblioteca de la Universidad de Miami encontré a jóvenes emigrados de Puerto Rico, México, Colombia, Haití, Cuba… Todos llevaban años de vivir en Estados Unidos, y mi impresión es que hablaban de su país de origen como si hablaran de un pasado lejano, o de un sitio del que había que salir porque Estados Unidos es un mejor lugar. Me preguntaron si no quería quedarme a vivir acá en vez de regresarme a Cuba. Cuando respondí que no, me preguntaron por qué. ¿Por qué querría alguien regresar a un país donde la situación económica y sociopolítica es inestable y hasta pesadillezca –en el sentido de que parece recorrer un círculo vicioso sin salida aparente?. Mi respuesta no es una razón, sino una intuición. Quiero regresar porque si me parece importante la identidad latina como una manera de expandir las fronteras de ideologías nocivas y hasta cierto punto caducas de la identidad nacional. Me parece también importante el trabajo con la sociedad civil de los países que  dejan atrás cuando emigran. Más que una emigración para el caso de Cuba, y de cualquier país latinoamericano tan acostumbrado a despedidas y familias separadas por océanos, creo importante un estar aquí mientras se está allá y viceversa. No mirar hacia el norte o hacia Europa como modelo, sino como ejemplo de lo que no somos ni seremos nunca. Propongo pues el viaje como aprendizaje, no la emigración y el adquirir una nueva identidad nacional o una doble identidad nacional, sino el llegar desde una identidad nacional caduca o en vías de transformación -¿cuándo no ha pasado eso en América?- hacia una forma de identidad que cruce el conocimiento empírico –o sea, la experiencia de un conocimiento que no puede ser adquirido de otra forma…– en torno a las prácticas culturales de otros con las propias.

Propongo una manera de practicar la extranjería como acción cívica. Mi patria, mi ciudad, se encuentran sobre todo en las intersecciones. Y creo que no soy la única…

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Los extraños, la libertad y la vida http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/die-fremde-die-freiheit-und-das-leben/ Wed, 01 Sep 2010 15:08:48 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1554 En las semanas pasadas compartí mucho tiempo con mi amigo americano. De las dos Américas, si uno quiere. Javier es colombiano, pero vive hace 16 años en la ciudad de Nueva York. No tiene pensado dejar nunca más los Estados Unidos. Desde abril está oficialmente nacionalizado en USA. Su viaje a Berlín es el primero con su nuevo pasaporte.

Anteayer le pregunté si se sentía más colombiano o más americano. Para mi sorpresa no dudó mucho en decir: „ciudadano americano“, „entre tanto“, acotó.

Nuestra amiga en común: Ximena, que proviene de Odessa en el Mar Negro, que igual que Javier vive en Nueva York y también tiene la ciudadanía americana, responde a la pregunta según la ocasión. A veces se presenta como Rusa, otras como americana, en ocasiones como ucraniana. De acuerdo a lo que en el momento combina con ella mejor. En cuanto pueda hablar el idioma de su marido alemán (y su nueva casa), esa se convertirá en su cuarta opción. De eso ya estoy segura y  de alguna manera, tiene razón.

Me siento muy unida a los dos. El tema migración me acompaña hace media vida – y eso que jugó un rol concreto apenas un par de años. Pero la sombra que entonces proyecto sobre mi destino es enorme hasta el día de hoy.

Desde que tenía quince años tuve planes para abandonar la RDA, desde los diecisiete eran reales. Habría viajado en el verano de 1990. Si o si. Mudarse de la RDA no significaba simplemente irse a vivir a otro país: significaba irse definitivamente, despedirse para siempre de los amigos y los parientes. Tal vez no habría vuelto a ver a ninguno de ellos. Lo sabía. Ese era el precio de mi libertad. Hasta el día de hoy no me puedo imaginar cuanto habría sufrido por esa separación.

Entonces cayó el Muro en 1989 y no tuve que irme. Tenía 18 años pude estudiar, pude viajar, pude tomar las decisiones en mi vida y pude hacerlo sin abandonar a mi familia. Pude ahorrarme todo eso y, sin embargo, ha quedado algo de los planes secretos de entonces, de la juventud en el país aislado, de los sueños de libertad, que sólo pueden realizarse en la distancia y entre extraños.

Cuando estoy de viaje me convierto en la niña recién escapada de la RDA, que es feliz y esta agradecida por poder ver el ancho mundo, como por un milagro. Sobre todo cuando estoy en América (en la del sur o la del norte) me asalta el tema. Igual que antes. En realidad es lo que me mueve a ir allí. La lejanía, la libertad y la vida. No puedo hacerlo de otra forma. De alguna manera he conservado el instinto de huida de entonces – o nunca voy a abandonarlo? Voy a ser para siempre una refugiada, aunque en realidad nunca fuera una? No lo se.

En „Viaje en la luz de la luna“ (1937) deja Antal Szerb a su protagonista sentir algo por las calles de Venecia que conozco bien: “cuando él extendía los brazos, podía tocar las paredes de las casas a derecha e izquierda. Las casas silenciosas con las grandes ventanas oscuras, detrás de las cuales, pensó él, se desarrollaba la vida italiana intensiva y llena de misterios.“ -exactamente esa sensación se apodera de mi cuando estoy en América. No importa si en ciudad de Nueva York o en Santiago de Chile. Camino por las calles, miro con fascinación la vida ahí (que naturalmente no es intensivamente italiana, sino intensivamente chilena o neoyorquina o lo que sea en el momento) y admiro. Entonces revolotean de pronto en mi cabeza imágenes y pensamientos. Atraviesan agudos en el centro logístico y con la misma velocidad que el paisaje en un tren de alta velocidad… En el momento estoy siempre confundida, pero también repleta de un consuelo profundo, como raras veces siento en casa. Al menos por un momento me siento llena de optimismo, porque sé que hay un orden al que siempre podre volver, de ser necesario y que la vida al final es simplemente vida.

América fue durante mucho tiempo mi luz en el otro puerto. Brilla todavía y me toca. Es bueno saber que uno puede irse muy lejos y que siempre estará ahí.

Traducción: Rery Maldonado

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A Cuba that won’t fit into History books http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/a-cuba-that-won%e2%80%99t-fit-into-history-books/ Mon, 09 Aug 2010 08:04:23 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=690

A different image of Havana. Photo: Lizabel Mónica

When the Word “Cuba” arises, it’s easy to think in USA’s economic embargo against the island, in the Cochinos’ Bay or Playa Girón battles (“first defeat of imperialism in America”, states offical propaganda), in the Castro brothers and in organopónicos. For some, Cuba still represents that left-wing icon where loads of tourists, impelled by an excessive enthusiasm, experiment an exciting approach to what’s somehow announced in Che Guevara’s T-shirts. Some others keep however a conviction: it’s a red and populist nightmare urgently needing capital injection. Truth is: for me (born when the Cold War started getting progressively warmer, raised up as a teenager in between disappointment and dispair –those seem to be the two new big rules of civic coexistence, in substitution of the common superior point of view of proletarian utopia-, and finally an adult just in the 21st Century), there’s no sense at all in my parents’ enthusiastic beliefs or in the epic and watered-down vision of a story quickly loosing credibility.

To state that national history promoted from a state, is not absolutely true is like agreeing on that we human beings have changed the planet’s ecosystem: both are irrefutable truths, and as such they have to be kept half hidden, half visible. Anyway, it’s not something about certainties, but about which policies are being applied. The disapproving look from state’s guards taught me mainly how to negotiate with my own opinion about facts. Here an excerpt. Cuba was the last colony that reached independence (end 19th Century), arriving just on time to be a neo-colony of the United States of America. After Gerardo Machado (who resigned from his post as President in 1933 due to demonstrations), all legal bonds to USA were revoked, and the nation just went through other governments until Fulgencio Batista’s dictatorship came with blood. He was defeated by a guerrilla war operated from Sierra Maestra and by Fidel Castro. The victory of the Cuban Revolution from 1959 was, until then, a national coalition of different opponent groups and a movement supported from the middle class; but it was progressively fragmented, depurated and finally turned into a monolithic whole, which took its political final path on April 16th 1961, when Fidel Castro declared “the socialist nature of the Revolution”, a few minutes after bombers played their prelude at Playa Girón. From there onwards, all had to be submitted to this political manifesto.

I’ve learned that History sounds different when it comes from a Spaniard, different in turn when it has a North American voice, and definitely racy when it comes from a carefree statement of a Cuban. And it develops unsuspected nuances when told from an immigrated to that parallel Cuban capital, geographically overseas: Little Havana. History will be different according to who tells it. Those who survived, who won, who have the power in their hands are the ones telling us how things happened. Now, behind the pen, there’s a Cuban woman (anybody saying that genre has nothing to do with geopolitical issues, please have a look in this Caribbean island through the Internet, they’ll find a more forceful answer than my arguments); a white Cuban woman (in this case I would recommend to add the cultural and imaginary category “race” when browsing); professionals’ daughter and myself a professional (you might have noticed that Cuban bloggers are mainly young and educated bachelors, no matter if independent or regime-supported); and not a resident in a poor, outlying area of Havana, but neither in privileged city downtown (nevertheless, living in Havana is already a downtown statement, try to add while browsing “Cuba+sex+race” the simple, and apparently innocent word “city”: almost every blog, specialized and institutional websites are generated from the capital, while upon the rest of the country lays a thick blanket of silence, that closes the road in bit-code). Of course, a complete profile story won’t be here reflected.

My first History lesson, which I remember with affection, was when a teacher told me: “relax and leave the books there, we’ll do a time warp”. I once found an odd passage in an alternative travel guide: “Cuba is a unique country with a lot of distinctive features. You don’t need just a passport, money and a tough backpack to travel here; you also require flexibility, creativity, a good mood, patience and a healthy feeling of adventure…”. Curious thing about History: it doesn’t talk just about the past, because it has the ability to transform radically our present’s experience. Do you want to know Cuba? Welcome onboard, bring your luggage, let your books at home… And if you’ve got any questions, do not hesitate to ask the Captain, but ask the boiler-man too.

Translation: Ralph del Valle

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