Cuerpo – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 ¡Me va bien en el año 2025! http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/es-geht-mir-gut-im-jahr-2025/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/es-geht-mir-gut-im-jahr-2025/#comments Tue, 17 Aug 2010 12:27:14 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=915 Hace cinco meses dejé de fumar definitivamente. Libre, tampoco había fumado mucho los años anteriores. Aquí y allá un cigarrillo en el sótano o en un banco solitario a la orilla del mar. En algún momento pero, empezó a parecerme tonto. Un banco a la orilla del mar también es bonito sin puchos, pensé y ¡también un sótano permanece sin ellos inconsolable!

Mi vida desde entonces ha cambiado substancialmente. Me levanto temprano, a las seis de la mañana. Me pongo mi buso deportivo metalizado, ando en bicicleta los veinte kilómetros que me separan del balneario. Siempre soy el primero. Totalmente solo, una cuña en medio de la piscina azul profundo. Dos horas más tarde, después de diez kilómetros chapoteando, salgo como un recién nacido del útero materno, pero a diferencia de un neonato no me ducho con agua tibia, sino con agua helada. Luego hago el camino de vuelta a casa como una maratón. La bicicleta la recogeré mañana cuando haga lo mismo a la inversa.

Cuando llego a casa vuelvo a ducharme, después de comer dos kilos de musli con frutos secos. A las cuatro de la tarde doy un paseo relajado por el campo. Después dedico mucho tiempo y cariño a la preparación de una ensalada vegetariana de carne. Para comer, llegan amigos de la iglesia comunitaria. Bebemos cerveza de trigo sin alcohol con isotopos y vitaminas y charlamos bien, con intensidad. Hablamos de humanidad y la crisis permanente de los socialdemócratas. A las nueve les pido a los amigos que me dejen solo. Después de embadurnarme de pies a cabeza con una crema grasienta, me meto en la cama, donde leo todavía dos capítulos de las memorias de Günther Jauch -político alemán representante de los movimientos sociales en la extinta RDA-. A las 22:30 apago la luz.

Así finiquito mi biografía y no puedo decir que sea algo que vaya a hacerme daño. Ahora también formo parte de una red de periódicos que visita a los niños en la escuela y los previene de los peligros de fumar. He recibido una libreta de la Asociación de Anti fumadores Alemana con folios para el reproyector en los que pueden verse piernas podridas, laringes cercenadas, pulmones blancos y negros. Me irritan los comentarios que lanzan los chicos de vez en cuando „que asco“ los pulmones blancos son por lo menos tan asquerosos como los negros. Intento no escucharlos.

Lo que no puedo dejar de escuchar (a pesar de que lo haría con gusto) es la voz de los amigos de antes. Me he vuelto„aburrido“, dicen, cuando tienen que „por un cigarrillo“ -como dicen ellos- que quedarse en la puerta. Me falta la capacidad para tener la mirada „en suspenso“ de los observadores y también la facultad de „unir“ cosas que de ninguna manera se pertenecen. Entiendo a esas personas tan poco, como me entiendo a mi mismo por pedirles que entren. Cierro la puerta y me dirijo a la sala donde sobre una estera, entreno mi Powerhous.

Aveces cuando me duermo en el intento, tengo sueños salvajes –uno que se repite constantemente trata de un país que existió hace muchos años, en el que hombres y mujeres estaban sentados en bares repletos de humo con cervezas, shots de vodka y otros espirituosos, entregándose lentamente a la tarea de auto destruirse. Noches tibias de verano en las que chicas y chicos bulliciosos recorren las calles estrechas, con botellas verdes en una mano y un cigarrillo en la otra. „chelas y puchos en cada mano, sólo por eso amo este país“, grita alguien en ese mundo de sueño, hasta que lo escucho. Lo miro a la cara y – me reconozco.

Despierto entonces bañado en sudor. Mi primer pensamiento es: espero no haber hablado muy alto. En una ocasión llego a venir la vecina del piso de abajo hasta mi puerta, una maestra, que cría sola a sus dos hijos: „solo era un sueño“, dije frente a su cara roja de ira. Por su puesto que tengo derecho a soñar lo que quiera, me dice, intentando contenerse. Pero por el bien de sus hijos tiene que poner mucha atención a que a su alrededor no se incite a la guerra o „cosas por el estilo“. Me disculpo y la invito a tomarse una cerveza de trigo sin alcohol con isotopos y vitaminas. La rechaza.

Dado que llevo varios meses sin pedir a gritos cigarrillos en mis sueños, mi vecina sigue mi evolución bondadosamente. A veces nos encontramos por la mañana en el balneario. Entonces partimos la piscina con dos cuñas equidistantes. Una vez, en el viaje a casa en bicicleta, le conté mi chiste de fumadores favorito: „en medio de la guerra se encuentra un fumador en la trinchera y fuma un cigarrillo -completamente visible para el enemigo-. Otro soldado lo previene: „no hagas eso, es peligroso“. El fumador sonríe y dice: „no te preocupes, no aspiro“. No fue capaz de reírse, pero en general nos entendemos muy bien.

Traducción: Rery Maldonado

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Decora tu funda mortal http://superdemokraticos.com/es/editorial/schmucke-deine-sterbende-hulle/ http://superdemokraticos.com/es/editorial/schmucke-deine-sterbende-hulle/#comments Sun, 15 Aug 2010 14:57:46 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=876

Sentir, pensar: Dibujo de René Descartes (Wikicommons).

Hace poco estaba sentada en la terraza de un café y a mi lado cuatro muchachas de veintipocos charlaban sobre hombres y tatuajes. Una de ellas acababa de conocer a un tipo que tenía una símbolo en la parte derecha del pecho. „Aquí“, y posó la mano extendida sobre su pecho, „¡aquí es el mejor lugar para tener un tatuaje!“ „Si“, respondieron las otras, „ese es el mejor lugar“. Hasta ahora no había pensado mucho en tatuajes. Hace diez años deseaba tener una estrella negra, pero justo entonces conocí a un hombre que tenía exactamente ese símbolo soñado por mi en el brazo y me enamoré de él. ¿En el hombre o en el tatuaje? ¿En el cuerpo o en el espíritu que él se había inventado? ¿Era posible separa una cosa de la otra?

Vivimos en un mundo que por un lado está fijado en el cuerpo (nuestros objetivos: mejor sexo, cuerpos más bonitos, publicidad llena de desnudos, penes más gordos, culos buenos) y que por el otro lado funciona fuera del cuerpo (escenas cotidianas: solteros que desayunan mientras leen sus mails, que leen E-papers, que se ponen de acuerdo para tomar un café por sms) ¿Cuándo somos espíritu, cuándo cuerpo? ¿Es el cuerpo „el otro“ con el que tengo que discutir, por qué estoy casada con él  por matrimonio forzoso? ¿Puedo aceptarlo únicamente en la muerte y abandonarlo (Lizabel Mónika) – o también es un poema, es el arte? ¿Somos simplemente „cuerpos desechables“ (María Medrano) o pueden reciclarse nuestros rostros? Qué manera de ser soy, qué extraterrestre soy, cuando yo pienso sobre mi: ¿me siento yo? Soy prisionero en mi cuerpo con todas mis debilidades, dolores, sufrimientos y fealdades (Fernando Barrientos, Luis Felipe Fabre) o puede el espíritu ser el entrenador de mi existencia física y así puede aspirar a ser independiente de la funda mortal que lo envuelve (Leo Felipe Campos)? La pregunta del dualismo entre cuerpo y espíritu recorre muchos de los textos de nuestros Superdemokraticos, así como el deseo. Reconocer sentimientos, el anhelo, la soledad. Dos de nuestras autoras alemanes Claudia Rusch y Emma Braslavsky se concentran sobre todo en la relación de poder de los cuerpos en su contexto social, en amistades masculinas y la independencia femenina- lo que Lizabel Monika deja dicho en su comentario: „dispareja feminización cultural“: El hombre reconoce su debilitamiento, pero de otra manera, ya que él no asume una responsabilidad cultural. ¿Quién coloniza a quien?

Los tatuajes así como los roles de género construidos han abandonado su contexto (cárcel, viaje marítimo, ritual, creencia), son parte de una cultura individual. Escribe con su propia gramática sobre la piel sin protección. Hoy no tenemos que comer del árbol el conocimiento para reconocer que estamos desnudos. Admiramos la manzana a diario. Quizá sea el idioma, las palabras, empaquetadas o no en soportes digitales, el amasijo de nuestra frágil unidad por fuera y por dentro. ¡Esa es la belleza de los pensamientos! Colgamos siempre de esa pluma de nuestro consciente, somos seres con alma y un nudo de nervios, lo queramos o no. El idioma estructura nuestra sensibilidad y la vivencia espiritual, con él somos capaces de tocar nuestro contexto y nos presentamos frente a otros cuerpos, otros ciudadanos. Ciudadanía es nuestro tercer tema y empezaremos con el esta semana.

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Descartables http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/espanol-descartables/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/espanol-descartables/#comments Fri, 13 Aug 2010 14:25:56 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=784 Sobre la última muestra del artista argentino Diego Bianchi

En la muestra “Ejercicios espirituales” Bianchi desparrama por la sala pedazos de cuerpos, torsos, extremidades, cuerpos desarticulados y chamuscados, salpicados de cemento, cabezas, marañas de pelos por el piso, el techo y por distintos lugares de la sala, que más que sala de arte parece una sala de torturas.

En muestras anteriores Bianchi (a quien considero uno de los artistas contemporáneos argentinos más interesantes) trabajó con objetos, recolectaba material descartable o descartado, básicamente basura, para crear instalaciones.

“Junté durante varios días objetos de la calle: cajas, bolsas, plásticos, papel, muebles, sillas rotas, tubos de luz, etcétera. Revisé cajones con antiguas pertenencias, conseguí telas, tuberías, vidrios rotos, maderas, mangueras, cables, hilos. Llevé telgopor, ramas, plantas, flyers, documentos, facturas vencidas, fotos, casetes, disquetes, revistas, sábanas, remeras. Utilicé todos los almohadones de la sala, sillas de jardín, dos cuadros de Fernanda Laguna, puertas, sillas de plásticos, el teléfono, la mesa, la escalera y los bancos… Una vez que todo estaba allí empecé a girar con todo esto alrededor de la columna, comencé a mezclar las cosas, retorcí, até y enrosqué…” (Diego Bianchi, sobre la instalación “Daño” en la galería Belleza y Felicidad).

Lo que tortura y retuerce en esta muestra, no son objetos, son cuerpos o cuerpos-objetos. Esto me resultó sumamente poderoso… cómo esos objetos, torturados, llamados cuerpos, son manipulados, forzados y cómo sobre ellos el poder de otros cuerpos se impone. En este pasaje de las cosas al cuerpo y de la instalación a la escultura, los objetos ahora son esculpidos, formados y esos objetos son cuerpos… también desechables.

Porque estos cuerpos, como decía Fabre en su artículo, están bajo una dictadura de la moda y bajo una dictadura de las comunicaciones que nos hacen creer que somos libres, que elegimos… cuando todo está manipulado. Entonces, está bien seguir hablando de la “docilidad” de los cuerpos.

Y esa docilidad del material, que para Bianchi puede ser sometida, utilizada, transformada y perfeccionada, como los cuerpos, hablan de una coerción constante que vela sobre los procesos de la actividad más que sobre su resultado.

Aquel poder disciplinario y de control, del que hablaba Foucault, en estos tiempos globalizados profundiza un castigo silencioso que opera con la finalidad de producir cuerpos domesticados, utilizables y descartables.

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Pedazos de cuerpo http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/espanol-pedazos-de-cuerpo/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/espanol-pedazos-de-cuerpo/#comments Fri, 13 Aug 2010 08:02:21 +0000 http://superdemokraticos.com/espanol-pedazos-de-cuerpo/

No siempre entiendo a mi cuerpo. En la adolescencia le prestaba casi toda mi atención a los traumáticos cambios que estaban convirtiendo, sin preaviso ni mi consentimiento, mi cuerpo en una entidad misteriosa y que yo no alcanzaba a controlar. También se daban otros cambios, invisibles, pero yo no les hacía demasiado caso. Luego de tanto terror un día empecé a tener la esperanza de que en algún momento los cambios cesarían y que mi delgado cuerpo se haría atlético. Sigo esperando.

*

Cuando descubrí que también mi cuerpo era un espacio para la expresión comencé a tratar de alterarlo y revestirlo de sencillas prótesis para decir cosas que no me atrevía verbalmente. Y sobre todo, hacer de mi propio cuerpo un templo dedicado a venerar la juventud (el Ferdydurke es mi héroe). Pero el cuerpo es un reloj caprichoso y los espejos no mienten.

*

El esternón hundido, las piernas muy delgadas, la nariz de boxeador, el mentón partido, los brazos demasiado largos, lunares y cicatrices varias. Un mínimo espacio imperfecto en el que legislo yo.

*

Quería invertir la recomendación mens sana in corpore sano. Cultivar mi “mente” para perfeccionar el cuerpo. Ejercicios mentales que fortalecieran mis músculos. Con el tiempo descubrí que el cuerpo habla por su cuenta y dice lo que quiere: habla con la voz fuerte del deseo.

*

Cuerpos locos en mentes perturbadas: veo La Mosca de Cronenberg como una adaptación libre y actualizada de La Metamorfosis de Kafka.

*

En este mundo dualista ningún alma logra saltar sobre su cuerpo. Nadie entiende del todo su propio escenario de las pulsiones, su territorio de la enfermedad, su archivo incontrolable. Víctimas y verdugos del dolor y del placer, víctimas de somatizaciones colectivas.

*

Cutters, autopornógrafos, transformistas: reos en la estrecha prisión del cuerpo.

*

En la adolescencia pensaba que algún rato mi cuerpo iba a alcanzar su estado inalterable y definitivo. Ahora sé que la pubertad no acaba nunca.

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El cuerpo del otro http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/der-korper-des-anderen/ Thu, 12 Aug 2010 18:07:07 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=809

A mis trece años, luego de una debacle estilística en el fútbol, decidí que quería ser boxeador. Creía, nunca llegaré a saber si estaba en lo cierto, que contaba con un arma maciza y poderosa que el resto de mis oponentes no tendría: la inteligencia, la velocidad de pensamiento. En un campo de juego leer al equipo contrario es importante, pero la cintura, la precisión en la patada, la fuerza en el salto, la rapidez y las piernas junto a la pelota son fundamentales. Así que opté por lo tercero que más me gustaba, después de las mujeres: La pelea. Utilizaría lo mejor de la pequeña geografía de mi cuerpo, el cerebro, para derrotar al que se atreviera a enguantarse frente a mí. Por supuesto, también practicaba con mis amigos, nos molíamos a puños todas las semanas y no me iba tan mal. Mis brazos lucían largos y los huesos de mis nudillos estaban afilados. Todavía no asomaba esta curva abdominal que hoy despunta de forma grosera y me define, ni mi madre me había aclarado con una cara que hubiera hecho palidecer al mismísimo Sugar Rey Leonard, que primero me compraba una moto para que mi muerte cerebral en un accidente fuera más rápida, antes que dejarme boxear.

Así que me fui a estudiar a Caracas mientras algo se me ocurría y volvió a aparecer mi cuerpo. Le dieron una paliza a uno de mis mejores amigos por intentar defenderme y a la siguiente semana, luego de una audición espantosa, la directora del grupo de teatro de la universidad, junto a una sarta de inexpertos en materia de actuación, decidió aceptarme. Estuve cuatro años intentando aprender, en vano, que podía respirar mejor, que cada uno de mis órganos tenía un sentido y que podía dirigir –y digerir– las emociones a mi antojo, para encarnar personajes y situaciones según la conveniencia del caso. Nunca más volví a pelear.

Lo que son las cosas, mi despedida de ese grupo teatral se dio con la representación fallida de un boxeador. La obra era una adaptación de Poderosa Afrodita, la película de Woody Allen, y jamás llegué al estreno por motivos que ahora no recuerdo. Habían pasado apenas seis o siete años desde mi deseo abandonado por golpear sacos y saltar cuerdas, y hasta entonces había aprendido algunas cosas, más cerca del lenguaje y sus poderes, del cuerpo y su poder, de mi futuro y una nueva utilización del lenguaje y el cuerpo, incluyendo la voz, mis dos instrumentos favoritos, que me hacían pensar en que la mujer, aquello que me gustaba menos que el fútbol, pero más que el boxeo, debía conocer de cerca y de la mejor manera. Como si dirigir las emociones de mi cuerpo y proyectarlas, hacerlas en la humanidad de otra persona, fuera algo realmente posible.

Hoy he abandonado el teatro y aunque soy capaz de mirar una pelea de boxeo hasta el último round y acelerar mi respiración sin apostar, no me interesa en lo más mínimo acercarme a un ensogado. He intentado aproximarme al Yoga, a la meditación, volver al fútbol como un aficionado toca su instrumento a solas, he hablado delante de miles de personas, he hecho el amor con decenas de mujeres, me he lesionado en accidentes de tránsito, en accidentes con copas, en accidentes tontos, he caminado kilómetros para conocer mejor un lugar, he bailado salsa en muchos locales y me he convencido de que el cerebro es importante, pero es el cuerpo en su conjunto lo que resulta fundamental.

Sin embargo, y me perdonan la cursilería, el desarrollo del tema es libre y a veces no es posible dirigir –y digerir– los sentimientos del cuerpo: no fue si no hasta que miré a mi hija respirar, detenidamente, una y otra vez, y me detuve en su abdomen, que se hinchaba y se desinflaba tantas veces por minuto, cuando entendí la importancia de ese poder que tienen la carne, los músculos, la sangre, los huesos, y la sutileza que esconden. Describirlo me resulta humanamente imposible, pero juro que me ha hecho llorar en par de ocasiones, algo que no pasó ni con los combates más salvajes en los que me tocó participar, ni con la mejor de mis actuaciones en el teatro.

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Oda inconclusa a la respiración http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/unfertige-ode-an-die-atmung/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/unfertige-ode-an-die-atmung/#comments Wed, 11 Aug 2010 14:52:02 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=641 A eso de las 3 de la tarde me llamó por teléfono un cuerpo y no pude hablar con comodidad porque había gente en la sala y era un cuerpo que hace mucho tiempo no veía.

Lo conocí un día de verano suspendida de cabeza. Tras un torpe intento de pirueta en un pasamanos quedé enredada entre las barras de metal sin saber cómo bajar sin comprometer mi integridad. En eso, aparece un cuerpo bronceado y atlético sonriendo de mi situación “¿Qué pasa pequeña? ¿ te ayudo?”. Jeje- pensé- es un gusto, sálvame la vida rápido. Me bajó de aquella trampa mortal implementada por la municipalidad y de pronto estábamos ambos sobre la tierra mirándonos. Que yo vivo por aquí y paseaba interactuando estúpidamente con mi entorno. Que él venía a hacer barras mirando el mar porque este es un excelente lugar. Y fue así que nos dimos cita otro día abrasador en el malecón: él llega con su cuerpo y yo, venciendo ciertas dudas, llevo el mío. Conversamos en una banca y me besa, se activan los irrigadores del parque y se nos antoja refrescarnos. Él se acerca y mete la cabeza como un cachorro embistiendo una almohada de plumas. Yo me interno más tímida y recibo unas chispas en la cara. El cuerpo me abraza y me empuja al chorro de agua, nos mojamos entre risas. ¡Qué es esto por dios! La gente nos mira, es soft pornografía, un video de Chris Isaak o Britney en la playa ¡sólo falta la música! Él también lo nota. Sí, en mi casa hay música, qué casualidad. Llegamos y es el Caribe mi habitación, el cuerpo es pura fibra transpirando. Nuestro dios es la respiración. El vicio de uno mismo es respirar, nadie puede parar, se siente tan bien vivir. Es un ejercicio permanente. Respira. Sientes el aire supervisando todos los órganos, llevándole rosas al cerebro y lisonjas al corazón. Tomas conciencia de tu mano derecha, las yemas de tus dedos rozan el ratón, afortunado de ser rozado por tus magníficos dedos. Tu espalda podría estar más derecha, es tu centro y tu cetro. Respira de nuevo. Ahora sigue por tu cuenta, tengo que irme.

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Deshechos, estertores, muerte http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/ausscheidungen-rocheln-tod/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/ausscheidungen-rocheln-tod/#comments Wed, 11 Aug 2010 07:17:44 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=601
Deth of Field
Image by Hryck. via Flickr

Nara «Pionera Vanguardia Nacional», cacofónica y eufónica, se ama y se arma «hasta los dientes», se repite: «Tengo una erupción/ tengo una nación/ tengo una revolución si salgo por esa puerta».

Jamila Medina. Yo, espléndida puerta: visiones de una poesía con intersticios

Revista Desliz 3, Cuba, 2009

Mi cuerpo no es mi cuerpo, es una entidad sobreinterpretada, a la que sobran demasiados adjetivos y a la vez, faltan uñas. Hoy, aquí en Occidente, aquí en Latinoamérica, aquí en el Caribe, aquí en esta isla y en La Habana, un cuerpo no es nunca un cuerpo, sino un conjunto de palabras que evocan cualidades pero que excluyen la voz posible del cuerpo; con suerte, a veces el trópico regala ante una sorpresa visual algunos espontáneos y elocuentes monosílabos que se asemejan más a lo que una pudiera imaginarse como discurso de cuerpo.

Un cuerpo es esbelto, exquisito, ligero, brutal, manoseado, impoluto e imponente, con demasiada frecuencia. Un cuerpo no-cuerpo, es esta habla sin pelos, dientes ni fluidos. Mientras la ciudad se narra cada vez más en términos vitales, los de un ser orgánico, con vida propia, el cuerpo queda a ciegas consigo mismo. La glocalidad se palabrea como un corpus: allí se intercambian “flujos” de información, se “circula” por las calles, mientras el capital agrícola mexicano de Sinaloa, por ejemplo, “está en manos del narcotráfico”. La ciudad se humaniza, pero el cuerpo no está ahí tampoco. ¿A fin de cuentas, qué es lo humano? ¿No habría que llenar esa misma noción de materia corporal, léase de vahídos, estertores y deshechos?

Entonces, intentemos decirlo de una vez: la palabra civil necesita de la palabra de un individuo que no huya de su cuerpo, sino que sepa dialogar a solas con su muerte. Vivir a través de un cuerpo, es también cargar con la certeza de una muerte inminente. Y sí, las células madres son una esperanza, ¿pero quién quiere en realidad la inmortalidad?, y tanto mejor: ¿quién puede vivir con ella?

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Consejos de belleza http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/schonheitstipps/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/schonheitstipps/#comments Tue, 10 Aug 2010 18:52:07 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=596

Hace más de un siglo que la belleza, esa gran tirana, dejó de ser el concepto rector del arte: valores como “hermoso” o “feo” resultan inoperantes al momento de juzgar una obra. Sin embargo, en contraposición, la belleza (o más bien un concepto muy particular y restringido de belleza) se ha convertido en una norma social. Nuestros cuerpos padecen el yugo de una dictadura estética.

Por supuesto que siempre ha habido personas, que según los patrones culturales del momento, resultan más bellas que otras. Y por supuesto que dichos patrones culturales influyen en lo que una persona encuentra atractiva en otra. Pero también, tanto entonces como ahora, existen atracciones inexplicables, atracciones que desafían el concepto de belleza que se tiene y que algunos científicos han querido achacar a las feromonas. Sin embargo, lo que quiero decir es que, independientemente de que cada época tenga un canon de belleza, quizá nunca, como en este momento, ese canon había sido tan brutal. Como si en este momento ser bello fuese una obligación moral. Como si la belleza, al haber sido dejada de lado por los artistas, se hubiese convertido en una responsabilidad del resto de los ciudadanos.

Cada persona, parecería, tiene la obligación de ser tan bella como una escultura, pero no una escultura contemporánea, sino una de la Grecia clásica. Y la sociedad ha creado mecanismos de coerción. Un ejemplo: las tallas y modelos de la ropa que uno puede comprar en las tiendas. Tallas y modelos (cada vez más ajustados) que funcionan como una regla al que el propio cuerpo debe “ajustarse”. Lo contrario a la vieja idea de ir al sastre o a la costurera: allí el cuerpo dictaba sus propias medidas: ¡qué épocas de libertad! Ahora el cuerpo acata, como puede, medidas ajenas.

Estos últimos años se caracterizan también por la conquista de libertades individuales. Sin embargo, la moralidad se ha enmascarado de belleza. Como si no fuera un problema moral, sino estético, el derecho a ejercerlas. Como si solo los bellos tuvieran derecho a practicar su sexualidad: tal es la idea que parece refrendar el cine comercial y la pornografía convencional. Si un hombre, por ejemplo, siente predilección por las mujeres gordas del tipo de las venus paleolíticas, o por las señoras entradas en años, es decir, por mujeres fuera del canon de belleza actual que valora la esbeltez y la juventud, se convierte en una suerte de “desviado” y si quiere encontrar un video porno que le satisfaga tendrá que buscarlo en el apartado de filias. Sí, se desvía de la norma que dice que sólo ciertos cuerpos que reúnen determinadas cualidades estéticas pueden ser entendidos como deseables. Cuando en realidad cada cuerpo es un fascinante desvío de la norma.

Pero en vez de liberar nuestros cuerpos como el arte contemporáneo, queremos ser clásicos. Y al no poder cumplir con la norma estética preferimos, en un acto de buen gusto, quedarnos solos en casa mirando por televisión esos infomerciales sobre aparatos para hacer abdominales con los que se torturan los cuerpos que desviados de la norma insisten en intentar acatarla. Sólo para confirmar aquello que un querido amigo, Juan Carlos Bautista, escribió: “el único cuerpo para el que estamos capacitados para odiar con total encono es el propio cuerpo”.

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Cuerpos digitales II: Swinger Club (+18) http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/digitale-korper-ii-swinger-club-18/ Fri, 06 Aug 2010 17:54:50 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=591

Las pantallas acercan a la gente, que no conforme con ese seductor resplandor, empieza a salir a la calle a buscar aquellos placeres que el vouyerismo o el exhibicionismo no pueden regalar. Ya sea desde una tribuna de doctrina psicoanalítica, o desde un brazo masturbatorio cubierto por las mangas de una sotana, la normalidad nos persigue y nos disciplina. ¿Cuáles son los parámetros de normalidad que el poder pretende de nosotros en una época en la que sobreexponemos nuestra intimidad en esta vidriera que pareciera abarcar todo el globo, todas las culturas, todas las morales?

Salimos a la calle concientes de estos dilemas, firmes en la contradicción de saber que no se puede poseer algo que aún no existe, sintiéndonos culpables de nuestra propia opresión, culpables de necesitar reglas para desplazarnos entre otros cuerpos. Envalentonados por el morbo compartido y las horas de vigilia, hablando y hablando a través de emoticones, de palabras prefabricadas e imágenes imposibles y exageradas. Nosotros que no éramos más que dos en busca de reactivar nuestros inoperantes genitales, nos lanzamos a la calle a buscar nuestros olores por primera vez, los colores que la realidad conserva para sí.

Para entrar a ese Swinger Club, había que cumplir con cierta etiqueta, pero más que nada con normas de convivencia pensadas para hacer más relajante el sexo grupal. La asepsia debía cubrir de neutralidad todas las cosas, los objetos y hasta las mentes. Vos estabas radiante y un poco asustada, enfundada en un vestido que dibujaba cada milímetro de tu cuerpo. Las texturas que vestías eran tan suaves como tu propia piel y el propio devenir de la noche nos fue deslizando hasta un cuarto oscuro, dominado por una cama gigante forrada en plástico. Se sumó a nuestro lado una pareja que clavaba la vista en tus puntiagudas tetas, brillosas ya por mi saliva.

Comprometida con el juego, te fuiste acercando hacia esos dos cuerpos para señalarles con gestos, que yo sólo estaba allí para verte actuar, que mi presencia era estrictamente profesional, que estaba escribiendo una nota para Los Superdemokráticos acerca del cuerpo…de los cuerpos que entran y salen de nuestros ordenadores; esos cuerpos que se fueron sumando mientras tu ropa desaparecía.

Eras la única completamente desnuda, eras una mancha de carne entre las ropas revueltas del montón, y yo te miraba tratando de separar tus simulaciones de tu auténtico placer. Saltabas como una boca gigante entre los géneros, y todos los participantes empezaban a conectarse con tus tenues gemidos, con tu respiración. Ya rebalsaban la cama y las manos de hombres y mujeres sobre vos, cuando decidiste invitar a un muchacho que esperaba en los márgenes. Encorvando la espalda y sacando culo, lo tentaste de un modo tan contundente que en pocos segundos él se desnudó y empezó a abrirse paso adentro tuyo. Sujetándote con dulzura de tu diminuta cintura y con su mirada clavada en tus nalgas abiertas, fue arrastrando mi morbo hasta el colapso. Con un premeditado movimiento, sacaste tu cabeza de entre las piernas de una morocha y apoyaste tu espalda en el pecho del muchacho que seguía adentro tuyo. Al sentir tu calor, tus grados de fiebre, te agarró de las tetas y te regaló una ráfaga de besos húmedos y palabras sucias…

Vos le agradeciste

con un gemido

que desató

un masivo

suspiro colectivo…

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Oscar Bin Laden http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/oscar-bin-laden/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/oscar-bin-laden/#comments Fri, 06 Aug 2010 07:00:16 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=581

„Usted no puede trabajar más aquí. Son ordenes de arriba“, le dijo señora. „¿Hice algo malo?“ le preguntó él. „No, su barba tiene la culpa", le dijo la mujer. "Los inspectores opinan que ustéd se ve como Osama Bin Laden.“

Si en este momento el tema de nuestros textos es el „cuerpo“, pienso también en personas que son discriminadas por su apariencia física. Quizás el caso más curioso con cúal me he cruzado es el de Oscar Brufani, un camionero argentino, al que nunca se le habría ocurrido que la paranoia ante posibles ataques del terrorismo internacional, podría cambiar su vida. Él sólo transportaba papas fritas.

Sin embargo su barba se convirtió en una perdición. Sólo se había afeitado tres veces en la vida. La primera vez fue cuando cumplió 18, para su foto en el pasaporte. La segunda, cuando estaba alistándose para el servicio militar y todavía se arrepiente de la tercera. Lo hizo porque se lo pidió su mujer. A ella le gustó la cara sin barba de su marido, pero las tres hijas pequeñas salieron huyendo. No podían reconocer al hombre del mentón desnudo. Nunca más, juró Brufani, volvería a cortarse la barba. Todas las mañanas la lava con champú y cuando va al trabajo se la guarda en la camisa, como otros meten la corbata en el chaleco.

Durante años se había dedicado a llevar con papas fritas los supermercados en el sur de Buenos Aires, nunca tuvo ningún problema. Pero un día cuando había terminado una descarga en Wal-Mart, la jefa de la filial le pidió que esperara. Había hablado con dos controladores, recién llegados de los Estados Unidos. A Brufani ya, mientras descargaba su mercadería, le habían llamado la atención los hombres con traje. Habían estado mirandolo, comentando algo en voz baja.

Brufani recuerda la charla con la jefa de la filial: „Usted no puede trabajar más aquí. Son ordenes de arriba, le dijo la señora. “¿Hice algo malo?” preguntó él. “No, su barba tiene le culpa”, le dijo la mujer. „los inspectores opinan que usted se ve como Osama Bin Laden.“

Los americanos están locos, pensó Brufani. ¿De verdad creen que Osama Bin Laden repartiría papas fritas? Pero al día siguiente los guardias de seguridad le negaron el paso. Brufani no entendía. Él es argentino, hijo de inmigrantes italianos, en su living está colgada una cruz.

Brufani seguía transportando papas fritas, les llevaba a los clientes de costumbre, solo la puertas de Wal-Mart en La Plata permanecen cerradas. Para Brufani eso significaba una catástrofe, „tengo que abastecer a Wal-Mart, sino estoy fuera“ se dijo. Así que empezó a pagarle a un chófer para que se haga cargo de conducir los pocos metros dentro del patio de la planta del supermercado, luego decidió contratar a un abogado. Este primero tuvo que averiguar si la compañia incumplía alguna norma. ¿Será un delito decidir que uno no quiere ser abastecido por un hombre, afirmando que esta persona que tiene pinta de top terrorista? La ley anti discriminación no se ocupa de ese tipo de casos. La cosa hubiera sido fácil si Brufani estuviera discriminado por motivos religiosos o racistas, y no por una simple barba. La demanda de Brufani sería infundada, respondió lapidariamente una declaración de la compañia.

Brufani nunca intentó comprar en el supermercado Wal-Mart, se fue con la competencia. Ahí fue bienvenido. Una vez hasta lo saludó una directiva. Lo había visto cuando estaba en la caja, pagando sus compras. „Pude observarlo por la cámara de vigilancia“, le dijo la mujer. „¿No le gustaría trabajar para nosotros, como Papa Noel?”

Traducción Rery Maldonado Galarza

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