Jonathan Swift – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Mentir te da alas http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/lugen-verleiht-flugel/ http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/lugen-verleiht-flugel/#comments Thu, 09 Jun 2011 10:12:10 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=4045 ¿Y hacia dónde volamos entonces? Con el nuevo tema del mes los Superdemokraticos quieren poner sobre la mesa falsedades de actualidad entre parejas, partidos y populistas.

Los mentirosos se reconocen rápidamente. Siempre cae primero un mentiroso que un cojo, sobretodo por sus pinochudas narices. Los mentirosos voltean los ojos, no miran a la cara, parpadean más a menudo, fijan la mirada, cruzan los brazos defensivamente, se rascan su cara enrojecida, se mojan los labios y se ríen sin un motivo aparente. Están, como unas marionetas, colgados de sus propias ideas tercas y al igual que todo lo que tiene algo de maldad, la mentira despierta una fascinación enorme. Ella es del diablo, quien fue su padre, y seduce con sus dulces halagos y su retórica aprendida: “ Tu eres una estrella en mi vida” etcétera, etcétera, etcétera. Un gato escaldado solo se ríe, porque ya no se deja manipular tan fácilmente. Cuando se pierde la confianza en la palabra del otro, sólo ayudan actos como:  “donde tu siempre estas, yo nunca estoy” (Element of Crime).  Pues de lo contrario, una inspección absoluta de los hechos, un “Blog de control para ti”, que corrobora minuciosamente con otros los datos personales que escribiste, termina siendo un Privacy showdown.

Es aún más difícil cuando las mentiras salen del ámbito privado al público. “I never had a sexual relation with that woman” declaró Bill Clinton ante el jurado.

Según él, no se podía hablar de una relación sexual, porque solamente su verga estaba metida en la boca de Monica Lewinsky, pero él, como hombre completo, no había tenido un rol activo en el hecho. Depende, como tantas otras cosas, de la interpretación. Hasta hace un año la “Guerra de Afganistán” era tratada en el espacio público alemán como un “conflicto armado”. En abril de 2010 el ministro de defensa alemán de ese momento Karl-Theodor zu Guttenberg fue uno de los primeros en describir la situación como “una operación militar similar a una guerra”. Apropósito, fue después de esto que el ministro cayó por otra mentira: ocultó las fuentes de su tesis doctoral que resultó ser un plagio de variadas citas ajenas pegadas de cualquier manera. Al final tuvo que retirarse con el honroso título de Barón de las Mentiras.

200 veces al día miente cada persona no importa su color, descubrió el  psicólogo popular  John Frazer. Con esto es claro que: las mentiras hacen la convivencia llevadera. La llamada mentira social es una convención, que en otros tiempos se percibía como decencia, amabilidad o cordialidad.  Por esta aburguesada virtud, desacuerdos han sido encubiertos, ofensas han sido evitadas. Friedrich Nietzsche en su ensayo : “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” (1872) la llamó un tratado de paz, que impide la guerra de todos contra todos:

“Este tratado de paz conlleva algo que promete ser el primer paso para la consecución de ese misterioso impulso hacia la verdad. En este mismo momento se fija lo que a partir de entonces ha de ser “verdad”, es decir, se ha inventado una designación de las cosas uniformemente válida y obligatoria, y el poder legislativo del lenguaje proporciona también las primeras leyes de verdad, pues aquí se origina por primera vez el contraste entre verdad y mentira”

Los posmodernistas saben que La Verdad con mayúsculas no existe. Tampoco “la mentira de Afganistán”, ni “la mentira de los biocombustibles”, ni “la mentira de la unión europea”.  La mentira es una entre varias posibilidades de la comprensión lingüística del mundo, determinada por una ideología en particular. Los mentirosos quieren engañar, hacer desaparecer los fondos o disminuirlos, ganar poder, encubrir errores. De pronto al final solo quieren ser amados por una persona, por la historia, por una empresa del tipo que sea, por la familia, los amigos o por elección popular. Jonathan Swift en su ensayo “The Art of Political Lying” (1729) va al grano en su critica a la élite política de su tiempo e identifica la mentira mediante su rápida eficacia: “sucede a menudo que una mentira es creída por una hora, pero hasta ahí ya ha cumplido su razón ser… La falsedad vuela, la verdad cojea detrás“. Todas las mentiras tienen alas, pero solo vuelan mientras alguien se las crea. Cuando la mentira se va a pique, ya los mentirosos están en otro lado y no allí donde las plumas caen.

La mentira siempre esta en suspenso, es una narración. Llena vacíos, intenta establecer conexiones donde no las hay. A veces se diagnostica como literatura o, si es enfermedad, como “confabulación”. Curiosamente mentir es más fácil que no-mentir: La neurofisiología ha descubierto que se le exige mucho más al cerebro, si uno se concentra el doble, es decir, en el original y en la apariencia, el pensamiento alterno. Esto no se puede juzgar como moralmente inaceptable, si acaso la conducta y la intensión del mentiroso o la mentirosa pueden ser moralmente reprochables, dice Adorno en el video de Jinn Pogy. Los mentirosos no ven completa a la persona que tienen al frente, la degradan, pues la dejan en un claro-oscuro. Immanuel Kant ni siquiera quiso hablar sobre de la verdad, sólo sobre la veracidad. Quien no cumple esta obligación, le inflinge una injusticia a la humanidad, según Immanuel Kant.

Yo también creo eso. La veracidad tiene que darse en todas las relaciones personales, jurídicas, económicas, políticas. Únicamente sobre esta base las relaciones veraces son posibles. El único espacio en el que la veracidad debe ser derogada es en el arte. Como ya se sabe, el también te da alas.

Traducción: Natalia Guzmán Díaz

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