Globalización – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 El intento de no quejarse más … http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/der-versuch-sich-nicht-mehr-zu-beschweren/ Mon, 12 Sep 2011 07:44:49 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=4906 o un paso más hacia la integración.

Para empezar, aquí llueve todo el tiempo, todo el verano hace frío y me la paso siempre extrañando el sol. Quejarse del mal tiempo es algo muy común en esta tierra, y así me uno a la mayoría- sólo con el fin de la integración absoluta.

Hay también otras cosas de las que podría quejarme, por ejemplo sobre la manía por lo saludable, de ser jóvenes, de ser productivos, el delirio del trabajo, del anti placer, de tener remordimiento de conciencia crónico, el delirio del ahorro, el de ser padres cool, a la moda y al mismo tiempo súper postizos y tensos, el delirio de la integración, el de lo  exótico, el delirio de encontrar problemas en donde no los hay y… se me podrían ocurrir otros delirios más sobre los cuales quejarme, pero a lo mejor no serían sólo específicos de Alemania, sino que haría con esto un resumen de los delirios occidentales que nos rodean, de los cuales nos quejamos y a los que todos a la final nos entregamos a la fuerza.

Pero para decir la verdad quería escribir sólo cosas buenas. ¿Estaré ya tan bien integrada que lo primero que se me ocurre son cosas malas? Por ejemplo: Yo estaba aparcando mi bicicleta cargada de las bolsas de la compra, y mientras trataba de alguna manera de mantener el equilibrio, se me cayó la bici y la dejé ahí tirada en el suelo. Una mujer que pasaba en ese momento me gritó: “¿Le llama integración a echar bicicletas ajenas al suelo y no recogerlas?” (Lo que me dejó más atónita de todo, fue cómo pudo adivinar mi origen cultural, geográfico o el que sea. Bueno, no soy exactamente una rubia de ojos azules, pero el cómo pudo determinar mi grado de integración por mi apariencia, es para mí un misterio.)

O de las lecturas en que los asistentes siempre quieren saber dónde aprendí alemán. (A este tipo de lecturas voy como escritora de la lengua alemana.) De las oficinas administrativas donde se me aconseja casarme con un alemán para no tener más problemas con la visa. De funcionarios de aduana que ordenan mi detención porque no me quiero dejar ofender por ellos en la ventanilla del aeropuerto. De arrendadores que no me quieren dar un apartamento, porque no conocen el país de donde vengo, que igualan ser un artista con tener un estilo de vida asocial y que no pueden pronunciar bien mi nombre. Bueno, pero sería injusto. Sería asimismo injusto, porque yo, en esa situación, cometería el mismo error que nosotros los extranjeros con voluntad de integrarnos les sacamos en cara a los alemanes. El gran error de seleccionar, pues a nosotros los humanos nos encanta seleccionar todas las cosas. Nosotros decimos: Los alemanes no entienden esto, los alemanes dicen: ustedes no quieren entender y así sucesivamente, y aun así nosotros seguimos viendo talkshows, seguimos escribiendo informes y leyendo libros sobre nuestros problemas de globalización y de integración, sobre nuestro choque cultural, sobre la imposibilidad de una unificación de lo distinto en un todo armónico.

Llega un momento en el que uno convirtió sus características orientales en características occidentales, (o al revés, o uno ya no puede diferenciar las unas de las otras, o…)  llega un momento en el que uno le deja de prestar atención a las preguntas de sobre cómo uno aprendió alemán y uno ignora las preguntas sobre el plato típico del país de origen, llega un momento en el que uno por su apellido ya no dice disculpándose: sí, mejor se lo deletreo. Pues sucede que uno conoció en algún momento personas a las que uno ha aprendido a querer con sus maneras orientales, occidentales o tal vez sólo con sus maneras humanas. Pero con toda la globalización y choque cultural que se quiera- ¿No tenemos todos a la final nuestros continentes, planetas, países y ciudades? ¿No tenemos todos nosotros nuestras tradiciones, rituales y nuestras recetas para la vida? ¿Es en realidad tan deseable ese intento de reunir todo aquello que represente así haya una pequeña posibilidad de conflicto? ¿Tengo que darle realmente explicaciones a alguien de por qué no tenía ganas de levantar mi bicicleta del suelo?

Tal vez sí. Tal vez debí haber dicho: “Sabe usted, hoy tuve una mañana de mierda. Tal vez usted tuvo un día aún más de mierda que el mío, lo cual la motiva a hacer ese tipo comentarios. Tal vez no se siente usted muy bien a pesar de hacer una terapia y yoga. Tal vez se siente usted infeliz, solitaria, sin perspectivas, tal vez debería usted entrar un momento y le hago un café o un té y tal vez hasta nos sentimos ambas después un poquito mejor…”

Tal vez debí haberlo dicho… y tal vez nos habríamos tomado un té o un café y no nos habríamos ofendido la una a la otra. Tal vez ella me hubiera recomendado un buen instructor de yoga que me hubiera ayudado con mis problemas de espalda o me habría recomendado un sicólogo con el que podría hablar sobre mis intentos de integración. Tal vez. No lo sé, sólo puedo esperar que así hubiese sido. Y hacerme el propósito de quejarme menos sobre el clima…

Traductora: Adriana Redondo

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McDonaldización http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/mcdonaldisierung/ Fri, 09 Sep 2011 06:18:56 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5067

Cada día el mundo se homogeniza más y más aburrido se vuelve.

(c) powerpaola

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Itinerario http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/reisefahrplan/ Wed, 08 Dec 2010 19:07:15 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=3371

Desde la cama se ve la humedad que acaricia el cristal de la ventana del cuarto en el despertar del día. La nieve quiere entrar a saludar, solo la frena el calor de la calefacción. No he dormido más de cuatro horas. Muchas ganas de levantarme no tengo, pero sin visa en el pasaporte sería todo mas complicado. Los diez pasos hasta el baño, la pasta y el cepillo de dientes, una cepillada rápida, la sensación de limpieza me llevan a ducharme, prolongando así el éxtasis y quitándome los olores del ayer, un ayer hostil. Todo esto con una buena canción para empezar el día y tomarme el primer vaso de agua. Los pensamientos se van convirtiendo en acción. Salir de la cama, los pasos, Bugge Wesseltoft con It’s snowing on my piano, la ducha, la toalla, el agua: la tranquilidad de las pequeñas cosas que apaciguan el alma. El reloj en cambio, no parece muy tranquilo y anuncia que ha pasado media hora. Has necesitado quince minutos más, para algo que deberías haber hecho en diez. No hay café. ¡Apúrate! ponte el pantalón más lindo con la camisa más linda, bufanda y abrigo. Hay que causar una buena impresión. No dejes de coger los papeles que dejaste preparados ayer y rectifica que estén todos nuevamente. Baja las escaleras corriendo, pero no te caigas, que no es momento para accidentes. Aire frío. Los pasos se van hundiendo en la nieve, ojala no olviden regar las piedrecitas que evitan que caigamos al suelo constantemente. ¿Tendré todos los papeles? La estación está a no más de cinco minutos. Caminar por Neukölln tiene su encanto. Por sus calles se pasea un  surrealismo derrotado que a mi me invita a rebelarme y es que Neukölln ostenta un barroquismo hiriente.

Andares.

Ya a las ocho de la mañana la panadería turca en la esquina de Selchower Straße, tiene unos cuantos inquilinos. Luego del acostumbrado hola con sonrisa tomo mi café y salgo rápido dirección Hermannstraße. Cien metros más allá, después de doblar a la izquierda ya estoy en el metro que llega en dos minutos. Cuando viajas en el metro ves la ciudad distinta, se ve en la mirada de su gente, en el vaivén de sus cuerpos, unos contra otros. La ves en el controlador de la BVG, el que no tiene Ticket, la muchacha que se va a la universidad, el tipo elegante y el montón de almas que ya no se amontonan frente a las puertas del purgatorio, sino frente al la puerta automática del Metro. En la Osloer Straße cambio de Metro al U-9 hasta la Amrumer Straße, dos estaciones más y ya casi llego. Un cartel anuncia la proximidad de mi destino: Ausländerbehörde nach rechts.

El edificio no invita a entrar, pero hay que hacerlo. A pesar de todo llegue trece minutos antes, así que puedo buscar la oficina con calma. Me oriento en los pequeños mapas que indican adonde debo dirigirme. Segundo piso a la derecha. Me siento en el primer salón de espera a mi izquierda y espero que en la pantalla salga mi número, por suerte tengo una cita que demoraron dos meses en darme. Saco el libro de turno, esta vez le toca  a la mil veces releídas Antología poética de Benedetti. Lo abro al azar y Benedetti me saca una sonrisa: me está pidiendo que no me salve. Como si fuera tan fácil… Se me acerca un hombre que debe tener entre 30 y 35 anos. Me pregunta si allí es para la B, le digo que si y se sienta a  mi lado. ¿Y tu de dónde eres? – me pregunta. De Cuba – respondo. ¡Oh, Cuba! Che Guevara… ensaya una sonrisa. ¡Bonito país! – agrega. Aunque yo no me pensaba nervioso, mi rostro parecía decir lo contrario, pues mi nuevo amigo continuo diciendo: No te preocupes, a los cubanos seguro les dan visa. Yo en cambio vengo del Líbano, a mi me hacen sudar más.

Un sonido me indica que un nuevo número será llamado. Es el mío. Me despido con una sonrisa y camino a la puerta 264. Benedetti me sigue diciendo que no me salve, que no me reserve del mundo un rincón feliz. Controlo mi rabia. Toco a la puerta y entro.

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Titel (Deutsch) – Titel (Español) http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/titel/ http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/titel/#comments Tue, 19 Oct 2010 11:55:55 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2969

Ha llegado el momento de hacer balance. El mundo gira y ahora lo hace hacia adelante desde un fantástico y sosegado verano, que ha transcurrido entre el estudio y el trabajo, en el que el trabajo en este blog biográficamente combinaba muy bien. Si uno ya es asalariado y miembro del sindicato mira con preocupación  su cuenta de banco, con inseguridad en el futuro y ya no se siente dispuesto a pensar simplemente por pensar, sino que se pregunta cuál de las amistades existentes, a las que no pertenece ninguna interculturalidad, debería ser retomada a pesar del claramente reducido tiempo libre.

Uno estupidece y en algún momento será reconocido por los propios hijos como un anticuado y chauvinista burgués de provincia, con cero contactos sociales y la mundanidad de un jubilado de Bilefeld, entonces poddra hacer referencia a este tiempo dorado (menor en textos sueltos) y decir: „mira allí, hubo tiempos en los que su padre sostuvo un intercambio con todo el mundo. Gente muy inteligente de México, Argentina y Bolivia discutieron con él sobre la historiografía nacional y preguntas sobre la identidad en un mundo movedizo”.

Si el mundo fuera una reunión de la ONU y la computadora un traductor sensible…

Si los niños tienen más o menos cerebro, preguntarán, ¿que es lo que salió de todo esto? -y pondrán a sus progenitores en complicadas vicisitudes: ¿Acaso se ha interesado alguna vez por los otros blogers internacionales o por este blog internacional? No realmente, aunque algunas cosas fueron interesantes y otras muy llamativas- al final de cuentas la comunicación fue muy fatigosa. Es lo que diría uno en la retrospectiva. Si bien es cierto que los textos en español fueron legibles en alemán (y al revés), pero para un diálogo apropiado a los medios, faltaron dinero y técnica.

Quien sabe, quizá lo niños que ven a sus padres como fósiles, que encuentran el conjunto sobreentendido, porque para ellos es posible contar con una máquina traductora en tiempo real capaz de traspasar bien el contenido de los comentarios en el chat, como ahora no son capaces de hacer los algoritmos de traducción ni si quiera con textos tipo. Si el mundo es una reunión de la ONU y la computadora un traductor simultaneo (uno bueno, sensible, visionario con una manito para la transmisión de códigos culturales), recién entonces será posible algo como un dialogo intercultural. Entonces serán posibles abrir horizontes en un diálogo más allá de los espacios lingüísticos.

Aveces uno quisiera gritar confundido „¡argh!“.

Mientras tanto uno se atormenta con substitutos como los idiomas universales: cuando cinco que no tienen el idioma nativo se juntan en una mesa a hablar, tendría uno que bostezar muy fuerte. Cuando 20 blogers y sus lectores se juntan en un blog, más allá de las buenas intenciones no pueden encontrarse, entonces podría proferir un confuso „argh!“. ¿Qué puedo hacer con las reacciones hispanohablantes (en todo sentido muy alemanas) a mis aportes sobre la cultura de la culpa, Auschwitz y la identidad alemana? Las máquinas traductoras pueden efectivamente transmitir una impresión, que mueva al que está en frente. Sin embargo se trata al mismo tiempo de una surrealisación inapropiada: si ahí dice:“lamentablemente y con todo respeto, sólo a habido un Holocausto, la frontera de una maldita rocola, que no paraba, por qué son tan azules nuestros sueños que sólo podemos pedir a San Antonio, si Neal Cassady llega a morir aquí, por emigrar“, Uno le asigna un alto grado de poética y sin embargo, más allá de eso, permanece simplemente como una impresión del contenido semántico y la frontera entre los Estados Unidos y México y no puede ser así.

Alegrémonos por un tiempo en el que no habrán más idiomas, en el que los idiomas nacionales sólo serán costumbres y dialectos elegidos, hechos para burgueses de provincia, como el que yo mismo seré algún día, alguien que normalmente delimita temeroso la frontera entre lo virtual y la realidad. Si en ese momento nos ponemos sentimentales, nadie podría ponerlo en duda. Ya que en ese momento lo que intentamos hacer aquí dejará de ser especial. El afecto inesperado, que en especial para un autor joven alemán significa poder ser leído por personas no socializadas en lengua alemana, la mirada extrañada y fascinada sobre la traducción del propio texto. Todo eso sera cotidiano, Los Superdemokraticos fueron una fiesta.¡Muchas gracias!

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En un café de Berlín están mis palabras alemanas http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/meine-deutschen-worte-in-einem-cafe-in-berlin/ Thu, 07 Oct 2010 06:00:37 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2339 Me imagino que en un café de Berlín alguien deja olvidado un periódico (¿o es una revista?, me perdonarán, pero soy despistada!) sobre una mesa. La mesonera, antes de botarlo a la basura, lo mira displicentemente. Está cansada: tantas tazas por recoger, ceniceros por vaciar. Aún así le llama la atención un título que habla de muñecas negras o de amargos de Angostura. Ve mi nombre allí, le suena gracioso. ¿Lara no es acaso un nombre ruso? – piensa antes de leer mi artículo. Lo lee rápidamente, una lectura vertiginosa para que nadie vea que está leyendo en lugar de limpiar mesas. Se ríe un poquito. Finalmente bota la revista (¿o es un periódico?) y allí quedan mis palabras traducidas a la lengua de Goethe, llenándose de colillas, restos de pan, gotas de café en el fondo de un gran recolector de basura. Bueno, probablemente clasifiquen los residuos, y entonces mis letras estarán entre servilletas usadas, otros periódicos, postales rotas. Mientras tanto yo, del otro lado del mundo, soy inmensamente feliz porque la fortuna ha permitido que haya sido escogida para participar en un proyecto multicultural, global, transnacional, internético, que ha hecho posible que mis palabras sean leídas mucho más allá de mi propia lengua. Cuando tenía 15 años, tal vez 16, leí Retrato de grupo con señora de Heinrich Böll y decidí que era mi escritor favorito a pesar de haber leído sólo ese libro (A los 15 años toda opinión es categórica y no necesita que se le den muchas vueltas). Desde entonces las calles alemanas se instalaron en mi imaginación y ciertos nombres, algunas flores y una sintaxis germana traducida. Leerme, o creer que me leía en la lengua de Böll ha sido una experiencia alucinante.

Este proyecto internético, global y plural ha hecho posible también que mis escritos, aún en mi propia lengua, puedan ser leídos mucho más allá de lo inmediato y por personas muy diferentes y distantes. Del mismo modo que ha hecho posible que yo pueda leer a magníficos autores latinoamericanos desconocidos por mí. La jovial Tilsa, la ultra poética Lena, la intelectual Lizabel., la apasionada María. Los chicos, !ni hablar! Mi compatriota Leo Felipe Campos es una “joyita”, soy su fan declarada. Muchos pensadores que estudian migraciones, exilios, movimientos, errancias, identidades y demás yerbas han afirmado que la lengua es la patria y este espacio ha demostrado como 15 personas tan disímiles no necesitan traducciones entre sí porque vienen de esa misma lengua que se ramifica y se llena de colores, pero que en el fondo es una. Nunca me ha gustado hablar de Latinoamérica como una unidad, pero hay ciertas cosas que cuando estamos lejos percibimos como unificadoras. Leo a estos autores latinoamericanos y los entiendo con una comprensión que va mucho más allá de las palabras. Porque esa lengua cósmica que nos articula va más allá de sus propios vocablos. A mí, que vivo el exilio lingüístico día a día, no me queda ninguna duda.

Otra de las maravillas que se han dado en este espacio ha sido la posibilidad de leer a alemanes de mi misma generación. Böll está muy bien, pero leer la lengua bellamente descolocada de René Hamann o la elegancia de Emma Braslavsky ha sido un gran placer. Leerlos a todos ha sido como caminar por las calles (¿empedradas?) de alguna ciudad alemana en este mismo instante. Leer los textos de los cinco autores alemanes que participan en este espacio ha sido leer literatura alemana contemporánea, cosa tan difícil para mí que no hablo la lengua y no dispongo de medios para acceder a las traducciones ( en caso de que existan). Hay un pulso debajo de tan disímiles autores que se siente también como una fina trama y que de algún modo me ha permitido a mí como lectora entender a una generación de alemanes de la que no sabía nada. Los hilos de esa trama encuentran similitudes en los hilos de mi propia trama. Estamos tejidos con hilos invisibles y sólo este espacio ha hecho posible percibirlos. Estamos “enredados” por la red, la globalización, la generación o como quiera llamársele a eso que me hace entenderlos, traductores mediante, pero mucho más allá del referente inmediato al que aluden las palabras.

Agradezco a Rery Maldonado y a Nikola Richter por haber tenido la idea de juntarnos a todos con ese hilo ovillado por sus sueños. En un café de Berlín están mis palabras alemanas gracias a ellas. En un lugar del éter ciberespacial está mi voz. En un lugar de ese cronotopo cero nos hemos encontrado.

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Una inyección de capital http://superdemokraticos.com/es/editorial/eine-finanzspritze/ Sun, 03 Oct 2010 13:50:41 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2500

Oscar Seco, Apocalipse & Alternative Worlds, 2001


„Nuestros problemas son los mismos que se respiran en las calles de Milán, de Berlín o de Nueva York“ es una frase del último artículo de Javier Badani, desde La Paz, que viene muy bien al día de hoy: 3 de Octubre.
Día en el que se festeja la Reunificación Alemana. Confieso que me da pudor tocar el tema. Soy extranjera y mi relación con la reunificación ha ido evolucionando con los años, por eso hablo en primera persona. Vivo hace trece años en Berlín o en sus alrededores y cuando llegué en 1997 a la ciudad de Potsdam, el proseceso de unirse no había terminado de consolidarse, si lo ha hecho, si lo hará algún día: ¿qué es una nación?

La recuperación de la memoria histórica es tal vez una de las características comunes de toda nuestra generación y al respecto, no hay otra ciudad como esta. Berlín es la capital para los chicos de la transición de occidente. Para los hijos mimados del vacío existente, desde la ruptura física del pensamiento binario. Desde el cese de La Guerra Fría. Esta ciudad está llena de monumentos autoreferenciales.  Como si el significado alegórico de la caída del Muro de Berlín no hubiera estado acompañando por la „marcha por la vida“ de los mineros bolivianos, por la caída del último dinosaurio Pinochet, por la llegada triunfal de la economía libre de mercado. En Tarija y en Potsdam, en Buenos Aires y en Munich, en todo el mundo. Con los años me he dado cuenta de que -más allá de los muertos y que conste que no justifico las dictaduras de ninguna manera- aquí hago referencia al texto de Agustín Calcagno, eso es lo que ha cambiado nuestras vidas. La inyección de capital hizo que nuestros padres perdieran el rumbo, les impidió darse cuenta de lo que estaba pasando y sobre todo les quitó la ilusión de creer que podía ocurrir de una manera distinta al sueño americano, que es de consumo, de pobre a millonario si uno es listo. Seguramente también aplicable a la manera en la que se llevó a cabo la Reunificación Alemana, un ejemplo concreto, que tiene como consecuencia que aquí tampoco ya nadie sepa a ciencia cierta que significa ser socialdemócrata o democristiano o verde o amarillo y Berlín como todas las ciudades antes de las elecciones se parece a Las Vegas. Las deciciones importantes son económicas, están globalizadas, se lleban a cabo en un inglés chapurrero y ahora necesitan a otro enemigo.

Cuando me despierto de malhumor pienso exactamente igual que Jo Schneider en su último artículo, sólo que mi casa está muy lejos y me consuelo creyendo que ese es un pensamiento recurrente de la clase media a nivel global. Particularmente los giros en el pulso de la nación, en la idiosincrasia alemana, desde 1997, me han ido llevando a un estatus que, a día de hoy se denomina „ciudadano extra comunitario“. Como prácticamente todos mis conciudadanos, es igual cuál sea su estatus legal, he perdido muchos derechos civiles en los últimos años y mi pregunta es ¿qué papel juega en eso la Reunificación?

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De taparrabos, morenadas y hip hop http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/uber-lendenschurze-morenadas-und-hip-hop/ Fri, 01 Oct 2010 06:14:17 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=576

El grupo Wayna Rap canta temas de hip hop en aymara. Foto: Javier Badani

No, no usamos taparrabos ni andamos armados con flechas. Tampoco nuestras mujeres caminan con un frutero en la cabeza ni meneando las caderas sin ton ni son. Los latinoamericanos somos parte vital de esta aldea global, con ejecutivos de coqueto terno correteando por los pavimentados recovecos de los Down Town y con jóvenes a la caza de los últimos modelos Mp4.

Las bondades y las torpezas contemporáneas del primer mundo las recibimos todas y, una vez en nuestras manos, les ponemos ese sellito latino. Nuestros problemas son los mismos que se respiran en las calles de Milán, de Berlín o de Nueva York.

Por supuesto que hay diferencias y en algunas áreas, abismales. Pero lo que está claro es que este pedazo del mundo está en pleno proceso de redescubrimiento, hurgando en la tierra de su historia en busca de sus raíces para así despegar renovado. Porque si en el siglo XIX dependíamos exclusivamente de Europa y en el XX de Estados Unidos para dar nuestros primeros pasos en el mundo, hoy posamos la mirada en nosotros mismos, cuestionándonos cual será nuestro papel en el planeta a partir de este nuevo milenio en más. Declarándonos, mientras tanto, un arcoíris de razas y culturas. Y felices de lo que se cuece en este continente mestizo.

Allí están los hiphoperos alteños (región andina de Bolivia), rimando su origen indígena en aymara, el idioma de sus ancestros. O gritando en español: “Qué ondas/qué putas/somos hijos de chola”, reivindicando de esta forma su esencia urbana-chola.

Tenemos líderes como Evo Morales, Hugo Chávez o Lula da Silva que —con sus matices, bemoles y riesgos— han instaurado una forma de hacer política que por primera vezz incluye a clases sociales que fueron relegadas de la historia del continente desde la llegada de los colonizadores europeos. De aquí en más, estos sectores no permitirán que la historia se repita.

Claro que nuestros desafíos son mayúsculos, al igual que nuestras paradojas. De la bota militar que nos oprimía en los años 70 ahora hemos pasado a la dictadura de de los capos del narcotráfico. Ellos son, ahora, los Pinochet, los Somoza y los Trujillo de otrora.

Somos una de las regiones con mayores potencialidades económicas, sin embargo la pobreza genera absurdos como las de llevar a una población entera del altiplano a declararse territorio libre para el contrabando, linchar policías y así dejar establecida la ausencia del Estado.

Con todo, los kilométricos supermercados al estilo primermundista aún no logran competir con nuestros coloridos mercados callejeros. Como tampoco los aparatosos fast foods con hamburguesas double meat han conseguido acabar con ese gustito aparte que resulta saborear un plato criollo en los mercados populares. Porque siempre será más lindo para los latinoamericanos apropiarnos de las arterias de nuestras ciudades para bailar nuestro folklore con más ímpetu que cuando lo hacemos en una discoteca. Porque siempre será más lindo para los latinoamericanos preferir agitar el esqueleto en la calle al son de una morenada boliviana, de una bachata dominicana o de una cumbia colombiana que al son de los beats electrónicos y las guitarras pesadas.

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Globos, Balcanes y literatura http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/espanol-globos-balcanes-y-literatura/ Mon, 27 Sep 2010 15:01:57 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2230

Teníamos 18 años, faltaba poco para que acabase un siglo movidito, y yo y mi amigo Boris buscábamos libros con la desesperación de los adictos. En nuestra ciudad no existían librerías (o había una que no tenía casi nada) por lo que nuestras pesquisas se centraban en los estantes de familiares y amigos: preguntando, tomando prestado, robando (bibliotecas cercenadas por las limitaciones, el oficio y el mal gusto). Nos daba igual, lo que encontrábamos nos servía: éramos felices en nuestra restricción. La lectura nos motivaba a leer más, sin pensar mucho en el futuro ni en sus consecuencias. Un día nos llegó el rumor de que fulano de tal tenía las Obras Completas de Borges de Emecé, de 1979. Cuando conseguimos la dirección del que poseía dicho volumen, fuimos en la destartalada moto del Boris y tocamos todos los timbres de la cuadra hasta que dimos con la casa. Salió un tipo al que jamás habíamos visto y luego de la breve explicación del Boris entró a la casa y volvió con ese libro de tapas verdes. Arrancamos directo a la fotocopiadora y luego de una hora regresamos para devolvérselo. Que no hubieran libros (ahora tampoco hay mucho más que entonces) me parece que también era un síntoma del perfil filisteo y oscurantista que caracterizaba a quienes administraban el poder en mi ciudad: es más fácil dominar a alguien no tiene información o no sabe qué hacer con ella.

Para nosotros el mundo era ancho y ajeno, aunque eso estaba a punto de cambiar. Íbamos a tener que adaptar nuestras antenas del modelo analógico al modelo digital. Un año antes de que terminase el siglo XX ya podíamos leer en la web revistas y diarios que habían sido inconseguibles y que tenían status de mito en nuestras tertulias monotemáticas: con un clic podíamos acceder a novedades y clásicos (o al menos enterarnos de su existencia). Con un clic nos sentíamos verdaderamente contemporáneos de nosotros mismos. Pero en “la realidad” la circulación de los libros seguía siendo escasa y tenía más bemoles que armonías: precios exageradamente caros frente a sueldos paupérrimos que cada día tenían menor capacidad adquisitiva, banalización del rol de la literatura, presencia de consorcios multinacionales que se encargan de delimitar nuestra “literatura nacional” (sesgando el debate, ignorando obras y autores y descartando el diálogo entre tradiciones literarias lingüísticas que superan con creces el criterio mezquino de las fronteras como delimitador, produciendo los textos escolares que deforman el sentido de la literatura en la educación, etc.). Esta “literatura nacional”, patrocinada por estos consorcios, en muchos casos era nada más que un acuerdo ideológico entre un público (que podía comprar estos libros caros y que disfrutaba de estas historias marcadas por el sello de clase) y autor (muchas veces proveniente de este mismo público escaso). Muchos aspectos han ido minando este efecto perverso, entre ellas la accesibilidad que brinda internet.

Si bien acá no existen librerías parecidas a supermercados donde los libros se venden exclusivamente como mercancías con fecha de vencimiento (perdiéndose así en el olvido muchos libros valiosos) seguimos en la condición de mercado de pulgas cultural,  al que sólo llegan los deshechos o las sobras de los mercados grandes. Lo que algunos autores (Piglia y Link, entre ellos) denominan “balcanización” de la literatura latinoamericana. Libros basura de autoayuda, pésimas traducciones de clásicos, best-sellers espurios, pero casi nunca las obras que están transformando y ampliando nuestra lengua (común pero increíblemente diversa), cambiando las sensaciones de lo que es ser latinoamericano, reformando el canon, etc. Hasta mientras, con sus limitaciones e ilusiones, con paciencia pero también con furor, vamos a seguir resistiendo gracias a la web. Páginas de arenisca que seguimos consumiendo con mi amigo Boris. No nos vamos a rendir tan fácil.

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Los pensadores están entre nosotros http://superdemokraticos.com/es/editorial/die-denker-sind-mitten-unter-uns/ Sun, 26 Sep 2010 11:34:26 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2297 Antes de poder leer este texto tienes que haber llevado a cabo un acto globalizado. Has encendido tu ordenador, has escuchado la melodía que da la bienvenida, tu desktop se ha extendido ante tus ojos como un mapa, tal vez hayas puesto una foto en tu salva pantalla: tu novio, tu mujer, tu bebé, una instantánea de tu último viaje, la de algún héroe, cantante, jugador de fútbol. Tus archivos y documentos están repartidos como pequeñas islas. Con un clic del ratón, que ha ejecutado diestramente tu mano, abres el Browser (Firefox, Explorer, Safari, Nestcape…), y la red se abre ti. Frente a ti se abre la infinidad global, una cuarta dimensión de tiempo y espacio. Con esos actos has llevado a cabo el rito de un “Netizen”. El Netizen tiene poder. No puede usar la red pasivamente, sino que puede activamente volárla por los aires a travez de blogs, Twitter, comentarios, videos, fotos. El filósofo búlgaro Ivaylo Ditchev la llama la cultura de los Feddbacks permanentemente reflexivos.

Con Los Superdemokraticos intentamos precisamente eso. Hemos formulado preguntas y coleccionamos respuestas, que publicamos en dos, casi tres, idiomas. A partir de las lineas de pensamiento de nuestro 20 autores y autoras se crean nuevas teorías políticas, globales, que son perfiladas en un nuevo idioma, con un nuevo vocabulario y a través de las personalidades que son referentes de nuestra generación (Deleuze/ Guattari, Renato Ortiz, Tzvetan Todorov, Rimbaud, Lady Gaga… para nombrar a algunos). Ahora existen los “Globaliquiatras” (Carlos Manuel Velazquez), los “parias vagabundos” (Calcagno) que buscamos, cuando la “serpiente binaria” (Tilsa Otta) nos amenaza. El poeta que escribe en tzotzil (via Luis Felipe Fabre) ya ha sido escogido como presidente de nuestra comunidad.

Nosotros luchamos contra la idea de que nuestros pensamientos sean tan globalizados como nuestros actos. Somos conquistadores digitales, con el objetivo de aunar nuevas percepciones. A partir de ahora cualquier mango puede ser el mango debajo del árbol de navidad (Karen Naundorf) y el multiculturalismo es un stiker global (Lizabel Mónica).

Al mercado mediático global le falta sobre todo una memoria histórica, que le permitiría al visitante comparar el pasado con el presenta, para poder decidir que es realmente nuevo y verdadero en la actualidad

Boris Groys, Art Power, “The Logic of Equal Asthetic Rigths”

Antes quería viajar por los lugares que todavía no están incluidos en Google Earth. Mientras Google no tenga imágenes satelitales de mi lugar, la superficie de alguna manera permanecerá teñida de tierra, marcado por una pseudo fisonomía, de manera que no sea notorio que ahí se han asentado personas. Eso es lo bueno: Nadie ha dominado nunca el mundo entero (Emma Braslavsky), tampoco Google, pero puedes empezar hoy a determinar el lugar en el que vives a través del idioma y la manera de pensar y devolverlos a la historia. En realidad ya hemos empezado con eso. ¡Muchas gracias a todos!

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Sin título http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/ohne-titel/ http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/ohne-titel/#comments Thu, 23 Sep 2010 15:57:20 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2213 Acabo de recibir el itinerario de vuelo a Cartagena, una invitación de la Fundación Carolina para participar en octubre en el Encuentro Iberoamericano de Jóvenes. Hace cuatro meses estuve en La Habana realizando la primera parte de una investigación periodística, y un mes después, en Madrid, Barcelona y Estocolmo, presentando un performance intelectual y cursi junto a otro escritor venezolano, dos catalanes y una colombiana, que ya habíamos mostrado en Bogotá y en Mérida, y que esperamos repetir en la Balada Literaria de Sao Paulo, en noviembre. Esa mezcla de lectura y puesta en escena es en homenaje a un autor chileno. También colaboro con Los Superdemokráticos, un blog bilingüe castellano-alemán que proyectaron dos poetas, una de Berlín y otra de La Paz, junto a un grupo de gente que tiene que ver con disciplinas que imagino múltiples y complementarias. Allí escriben una venezolana residenciada en Israel y una costarricense que vive en San Francisco a las que leo sin fallar, y a las que publicaría con los ojos cerrados si tuviera la editorial que no tengo. Quien sí tiene una pequeña, según creo, es una maracucha que se mudó a Buenos Aires, ciudad que espero visitar el próximo año cuando bautice mi próximo reportaje, si todo sale según lo planeado, en la Feria Internacional del Libro. Soy de San Félix, vivo en Caracas y dentro de dos semanas, probablemente, viaje algunos días a La Colonia Tovar, un pueblito montañoso ubicado a unos 50 kilómetros, donde el principal atractivo es su impronta cultural alemana, que se debe al origen de sus primeros pobladores: rubios enormes, salchichas, casas alpinas.

Pese a tanto desplazamiento, mis bolsillos viven vacíos, como espejos de mi cuenta corriente y en claro contraste con mi tarjeta de crédito, que casi muere de tanto inflarse; por eso quise regresar otro par de meses a la unidad de investigación de Últimas Noticias, el diario de circulación nacional de mayor tiraje en Venezuela, donde entre enero y febrero cumplí con rigor media docena de buenas pautas, una de ellas sobre la situación de los haitianos en mi país, luego del terremoto que demostró que siempre se puede estar peor. Pero no había espacio, así que he tenido que inventarme algunos talleres sobre creación literaria y crónica periodística, en los que leeremos a autores nacidos en lugares tan distantes entre sí como Praga, Estambul y Washington.

Mi hija de casi dos años, que adora –como se adora a los dioses– la canción que Shakira interpretó y bailó para animar el mundial de Sudáfrica y que ya antes habían cantado Las chicas del can, ese extraño y palpitante experimento musical nacido en Santo Domingo, estrenó esta semana una guardería que tiene como imagen principal a un animal que quizá no haya pisado suelo patrio ni por accidente: un canguro. Desde ese mundial de final europea, he conocido a una catalana que vivió en México y viaja constantemente a Los Pirienos, a una nieta de portugueses e italianos, a otra nieta de italianos y gallegos, y a una francesa de abuelos franceses y vietnamitas que se mudó de país por décima segunda vez; a unas las veo de vez en cuando y con las otras dos me mantengo en contacto gracias a la tecnología. Eso lo sabe mi compañero de casa, que es un gran creativo publicitario y tiene talento y experiencia, además de humildad, pero ha decidido que necesita un sueño y cumplirlo pasa por irse a estudiar cine en Nueva York o en Europa del Este. Hay un tema con el idioma, negro, le digo. Catire, me responde, eso es lo de menos, para el que quiere aprender, las fronteras no existen. Yo creo que me dice eso porque es un romántico, que él, que ya vivió en Chicago, también sabe que las fronteras existen al igual que los idiomas y los pasaportes y las culturas e idiosincrasias, con sus resistencias y pasados y miradas torvas, y que esto de la globalización lo inventó alguien que necesitaba hacerse notar o vender algo, porque yo no sé cómo un mortal de este lado del mundo podría estar en contacto con tantas culturas al mismo tiempo, sin tener ni siquiera un ticket para el Metro en su bolsillo ni un televisor en su cuarto.

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