Gegenwart – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Paraísos perdidos http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/verlorene-paradiese/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/verlorene-paradiese/#comments Fri, 09 Jul 2010 16:26:20 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=444 Porque ya sabía yo lo que iba a sucederme, intenté posponer lo más posible las páginas finales. Pero anoche no pude más y terminé de leer El arpa de hierba de Truman Capote. Siempre me pasa lo mismo: cada vez que termino de leer una novela (o de ver alguna de las miniseries que se han vuelto mi perdición) me sobreviene una suerte de melancolía. Tampoco se trata de ponerme dramático: es una vaga sensación de vacío que se me quita en cuanto lavo los trastes de la cena o suena el teléfono.

Pero esa vaga sensación de pérdida viene a cuento aquí porque el fin del relato me arroja a un presente que por un momento descubro sin sentido. Digamos que el tiempo de la narración es un tiempo histórico: avanza, va hacia adelante. Así, cada vez que termino de leer una novela o llego al final de una miniserie, experimento en pequeña escala lo que algunos han llamado el fin de la Historia, esa otra narración. Sí, por supuesto que estoy exagerando. Y por supuesto que a un gran libro se puede volver siempre, pero también hay que decir que eso no es consuelo: el libro se ha vuelto parte del propio pasado y se vuelve a él como se vuelve a un viejo lugar conocido: un paraíso perdido.

Eso no me pasa con la poesía. Un poema exige que se vuelva a él una y otra vez. Entristecerse porque se terminó un libro de poemas sería como entristecerse porque se acabó un disco. Ridículo. Un disco que podemos volver a poner cuantas veces queramos: tal es un libro de poesía. El tiempo de las canciones es el tiempo de los poemas: el tiempo cíclico, es decir, mítico, de lo que siempre vuelve. Por eso, en cuanto soporte, el disco me parece asombroso: hace suyo el tiempo cíclico: es circular: gira. Y uno pone siempre la misma canción.

Hace varios años leí con entusiasmo a María Zambrano: debo confesar que cada día me gusta menos. Sin embargo me sigue pareciendo fascinante su interpretación del Génesis. Para ella el pecado original es el haber caído en la trampa del futuro. Dice la serpiente: “…y seréis como dioses”. El asunto radica en el tiempo de la conjugación verbal. Adán y Eva caen en la trampa de la idea de un futuro mejor, es decir, en la lógica del progreso, y lo que pierden es la plenitud del instante, es decir, el paraíso. El tiempo se escinde: nace la noción de un futuro y por lo tanto un pasado. Tal es el comienzo de la Historia.

Sí, cada vez que termino una novela es el fin de la historia, pero también el comienzo: la expulsión de un paraíso. Y me encuentro una y otra vez en el mismo lugar: un presente vacío al que debo de inventarle un sentido para volverlo tolerable (nada que ver con la plenitud del instante), es decir, hacerlo ingresar en la historia, volverlo narración: ¡qué pereza! Entonces prendo la tele.

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Dioses invisibles http://superdemokraticos.com/es/laender/peru/unsichtbare-gotter/ http://superdemokraticos.com/es/laender/peru/unsichtbare-gotter/#comments Tue, 29 Jun 2010 07:22:24 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=331 (Historia, al igual que Pasado, es un concepto impreciso; la historia persigue al presente y a veces lo alcanza y se enlazan en un beso apasionado o una pelea Vale todo)

La Historia Universal y del Perú se presentó a mí por primera vez durante la primaria escolar. No recuerdo la fecha de ninguna batalla pero sí los recorridos por el Museo de la Nación observando huacos, vasos ceremoniales, telares de la cultura paracas, el tumi de oro. Estudiando el estilo de vida de las civilizaciones prehispánicas, sin tocar ni apoyarte.

Recuerdo con especial afecto el piso desocupado, las salas de exposiciones desérticas donde mi novio del colegio y yo nos dimos tantos besos, interrumpidos por eventuales pasos de restauradores y funcionarios.

Recientemente se definió la creación del Museo de la memoria (tras la difusión del informe elaborado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación) en honor a los miles de desaparecidos en la época de violencia entre senderistas y militares, con el pueblo de por medio. Sin embargo muchos se oponen asegurando que es mejor dejarlo atrás simplemente.

No pongo en duda los hechos, sino las palabras, las intensiones, los intereses, algunos mensajes a la nación. Aunque si cuestiono a los medios que informan los hechos, puedo concluir que no estoy segura de casi nada.Ahora siento que la historia es lo que estamos haciendo en este momento. No dudo de las incomparables crónicas del indio Guamán Poma de Ayala, con ilustraciones que hasta hoy influyen en los artistas plásticos peruanos, elaboradas mediante la recopilación de testimonios que narran el esplendor y sangrienta caída del imperio inca. La dramática escena donde un fraile empuñando la biblia compele al emperador Atahualpa a rendirse en nombre de Dios, tras lo cual el inca examina aquel objeto y considerándolo inútil, lo arroja al suelo, desatando la ira de los españoles, arreando los caballos y avivando el fuego enemigo. Atahualpa es tomado prisionero y colma una habitación de oro para pagar por su libertad, los invasores españoles se reparten las riquezas y lo ejecutan de todas formas.

Visité el Cuarto de rescate en Cajamarca, que resplandece de vacío, es una habitación vacía como ninguna otra. Los dioses del Perú eran visibles: la madre tierra, el sol, las montañas, las lluvias; y su cultura era oral. Aún hoy en las zonas rurales se rinde culto a la naturaleza, que nos alimenta y que será magnánima y fértil con nosotros, si la respetamos. Mientras el “mundo moderno” repara lentamente en la conveniencia de este sencillo acuerdo, cuando la situación es irreparable, estas poblaciones son amenazadas e irrespetadas sistemáticamente al no ser consultadas ni atendidas por el gobierno antes de privatizar sus tierras y venderlas a compañías petroleras o madereras.

Se percibe amargura por el historial de derrotas bélicas (y futbolísticas), siempre fuimos muy inocentes o torpes según reprochan aquellos ancianos que afirman conocer la verdadera historia, la que no se escribió en los textos escolares. Por otro lado el glorioso imperio de los Incas es motivo de orgullo, al igual que las prodigiosas construcciones prehispánicas, algunas de una sofisticación tal que un grupo alucinado de estudiosos atribuye su autoría a los extraterrestres.

Pero es en lo vivido que he aprendido más: los 90s y 00s, cuando las luchas pasaron por mi calle y mi televisor, y asumí la decisión de atenderlas o no. Aprendí del engaño y la corrupción en la clase política, sobre el tedio y la indiferencia que esto ocasiona en la población. Que los medios, los empresarios, congresistas y etcéteras se venden al mejor postor en reuniones que, durante todo el gobierno de Alberto Fujimori, fueron registradas en una súper colección de videos caseros llamados Vladivideos, que aún circula entre los interesados en el más negro de los mercados. Que el pueblo re-reeligió como gobernante a un dictador que respaldó un grupo paramilitar disfrazado de servicio de inteligencia y robó descaradamente el patrimonio del país, porque “era firme y hacía obras”. Pongo en duda el sistema moral que rige a la mayoría de electores y la postura de evasión que los jóvenes adoptamos por defecto hasta que con suerte, un día estamos dispuestos a asumir causas más grandes, más importantes.

Maxi es una mujer que trabajó en mi casa cerca de quince años. Me enseñó a cantar en quechua, tocaba la guitarra y sufría un terrible insomnio, peor que el mío. Cuando la conocí ella tendría 16 años y yo alrededor de 6, ella afirma que yo me ponía el pantalón al revés, pero cuestiono eso también. Maxi adolescente había llegado a Lima huyendo del terrorismo. Era natural de Ayacucho, cuna de Sendero luminoso y sin lugar a dudas la zona más azotada por las violentas acciones de ésta agrupación, y de los militares que acusaban, detenían y asesinaban a los pobladores sin mayores pruebas. Maxi presenció de niña cosas terribles y tenía pesadillas dolorosas y recurrentes. Por las noches estudiaba periodismo y después de graduarse dejó de trabajar en casa. De vez en cuando regresaba a Ayacucho a cuidar a su madre, asustada porque el asesino de su padre rondaba y la amenazaba. Maxi conoce sus derechos y es valiente así que lo identificó y denunció, pero el proceso no ha prosperado. Ahora trabaja en la selva en un programa de radio producido por una entidad que busca orientar a un segmento de los campesinos dedicados al cultivo de coca hacia otras áreas, esta vez el hostigamiento provine del narcotráfico.

La última vez que la vi fue en un concierto. Deleitó al público con cuatro temas en un recital de mujeres intérpretes de música andina, acompañada por un legendario violinista. Su interpretación es muy intensa, transmite tanta emoción con su voz, cierra los ojos y se mece suavemente marcando el ritmo. Es la única cantante que me conmueve hasta las lágrimas, cuando me ve llorar se ríe y me abraza.

En este video podemos ver a Parwa del Perú (nombre artístico de Maxi) durante una presentación en el concierto Voz y fuerza de Warmi, en abril de este año. La acompaña el mítico violinista Máximo Damián.

http://www.youtube.com/watch?v=QxK0jR1IcKM

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La Historia es casi siempre un mal ejemplo http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/geschichte-ist-meistens-ein-schlechtes-vorbild/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/geschichte-ist-meistens-ein-schlechtes-vorbild/#comments Fri, 25 Jun 2010 13:54:01 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=329

(c) Emma Braslavsky

Yo misma he vivido dos países (dos posibilidades de construir una sociedad). Contando los países en los que mis familias, hasta la generación de mis padres, han vivido, serían cuatro; por tanto, ¿de la Historia de cuál de mis cuatro países debería escribir? Si he aprendido algo de la aparición y el hundimiento de los sistemas sociales que define a mis familias y mi propia historia de cuatro dimensiones, sería esto: la Historia pasa. Y si hay algo a lo que nuestra historia vuelve, es a las guerras, a los conflictos, a las crisis económicas, al hambre, a la pobreza, a las exterminaciones, destierros, genocidios, represión, a los bautizos obligatorios y a las persecuciones. En la Historia de cada país de este planeta. Nuestra Historia Mundial nos habla ostensiblemente, si bien por fortuna no sólo de eso, de grandes fracasos de la política y de errores colectivos.

La Historia es casi siempre un mal ejemplo para la formación social de las próximas generaciones. En mis dos primeros libros me acerqué literariamente por primera vez al material histórico (hasta entonces me interesaba casi en exclusiva por el futuro). Escribí ambos libros sobre la generación de mis padres, uno en 1969 y después en 1982. Un pasado cercano, lo suficiente como para conocer algo sobre la naturaleza de mi historia. Quizá un vanidoso acto de autopercepción. Al terminar mi segundo libro, y con él esta bilogía sobre la gravedad y la ingravidez de la memoria, volví a leer la historia tras de mí: porque dudo que uno pueda aprender mucho de las experiencias ajenas. La psicología también lo duda, la historia del mundo lo certifica. Ningún monumento contra la guerra, ningún conocimiento sobre el exterminio de masas ha podido hasta hoy evitar una guerra. ¿Nos sirve de algo el conocer tanto sobre sucesos pasados? ¿O es que la Historia nos enseña demasiado claramente, cuántas veces hemos fracasado y cómo el ser humano ha tratado de construir sociedades poniendo en evidencia que no tiene ni idea de quién es? ¿Quién es el ser humano y cómo debe vivir? La Historia no ha podido darnos una respuesta a estas preguntas. Y mientras no tengamos una respuesta, muy probablemente volveremos a fracasar una y otra vez.

(c) Emma Braslavsky

¿Cuál sería entonces el aspecto de mi país actual (Alemania, siglo XXI) según su historia? Nos protegemos con todo nuestro empeño, y con toda la razón, de no repetir lo pasado. Los miedos conforman nuestro día a día, muchos no se atreven a llegar al límite. Cualquier forma de ambición se vigila con escepticismo, y no pocas veces es castigada. Teniendo en cuenta el desarrollo de nuestra historia, es psicológicamente explicable y comprensible. Por tanto, una pregunta totalmente hipotética: ¿cuál sería el aspecto de mi país actual si se hubiera organizado en relación a la proyección del futuro? ¿Si no sólo se pudiera comparar retrospectivamente? ¿Si no siempre pudiéramos decir que hoy nos va mejor que ayer? El modelo sería otro. El talante podría ser otro. A lo mejor nos relacionaríamos de otra manera. Esto también lo prueba la psicología. ¿Por qué no lo hacemos? ¿Por qué la política no irradia eso? ¿Somos simplemente demasiado indolentes, estaremos demasiado deprimidos por la rotundidad de la Historia? ¿O nos frena tanto conocimiento de la Historia hasta hacernos débiles y cobardes? Pongo en cuestión el papel predominante de la Historia en el aprendizaje y el desarrollo de nuestra sociedad. No es que uno no pueda aprender nada de ella, es que ahora estamos aquí. La Historia certifica, como al principio o también a mitad del siglo XX, que una sociedad puede atravesar verdaderos desarrollos si uno deja de lado la propia Historia y los estados de ánimo de sus propias raíces. Y si eso nos enseña algo, es todo aquello que todavía no hemos intentado. Todo está por hacer.

Traducción:

Ralph del Valle

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