Fotos – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Ciudadana de dos catástrofes http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/burgerin-von-zwei-katastrophen/ http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/burgerin-von-zwei-katastrophen/#comments Fri, 20 Aug 2010 07:17:09 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=966 Mis dos países son dos catástrofes, por eso cada día vivo más en un lugar imaginario. Mejor digamos: un lugar virtual. Mi participación ciudadana es nula porque soy una habitante imperfecta que no es de aquí y no está allá. No tengo voz para opinar sobre Venezuela porque no estoy allí – me dicen. No puedo decir nada de Israel porque soy una extranjera – pienso. Desde este limbo ciudadano, estoy anulada y voy sorteando las dificultades lo mejor que puedo. Las leyes de aquí y las de allá me afectan y no saben dónde ponerme. Para que mis hijos pudieran entrar a Venezuela tuve que sacarles la nacionalidad argentina – que les correspondía por vía paterna-. Poco importó que fueran mis hijos: si van con pasaporte israelí no pueden entrar al país en el que nací y viví hasta hace poco tiempo. Cada vez que me acerco a la taquilla de algún ministerio debo contar cómo es que llegué hasta aquí. Cada vez que piso un aeropuerto, debo explicar por qué quiero llegar hasta allá. El día que mis hijos recibieron la nacionalidad argentina, fuimos a comernos un asado en un restaurante argentino for export para celebrar. La música que nos recibió en aquel simulacro gauchesco fue aquella vieja y lacrimógena canción que dice “no soy de aquí, ni soy de allá“.

Ninguna bandera me place. Si se acaba el agua en el medio oriente, yo me devuelvo a Venezuela. Si se inicia otra guerra, si un atentado me toca de cerca, si el mediterráneo arde de medusas, si la tan prometida bomba atómica por fin recala por estos lados, yo me devuelvo a mi casa. Pero mi casa no es ya mi casa, sino un campo de batalla en el que la violencia y el hampa le van ganando con muchísima ventaja a cualquier buena intención. Venezuela va cuesta abajo en su rodada por / o a pesar de ese invento llamado “socialismo del siglo XXI”. Una doctrina supuestamente novedosa,  pero que está asentada en viejísimos conceptos y palabras.

Desde hace diez años el Estado está ocupado en cambiarle el nombre a los ministerios, los institutos, los departamentos, los bancos, las plantas de televisión, la moneda. Todo debe tener un nombre de acuerdo a la nueva realidad política. Y yo ya no sé cómo se llama nada. Mientras tanto la primera plana de un diario de gran circulación muestra una realidad dolorosa: En la foto rebozan los cuerpos desnudos de una decena de muertos que no caben en una morgue repleta y por eso están amontonados en algún pasillo. Todos fueron asesinados por el hampa durante un fin de semana cualquiera en Caracas. Cuerpos descomponiéndose, sin nadie que les cierre los ojos o los prepare para la fosa (común, por supuesto). Una guerra. Si alguien dice que ya no se puede vivir por tanta violencia, a un ministro le causa risa. Tal vez mande a cerrar a ese periódico por escatológico en cuanto pueda reponerse de su gran carcajada.

La misma carcajada con la que una soldada del ejercito israelí se retrata rodeada de detenidos palestinos amarrados y vendados. El mejor período de su vida – así lo escribe en su página de Facebook, donde publica la ya célebre foto que le hace saltar a la fama.  En mis dos países abunda la carcajada, por lo que se ve. Y los cadáveres. Y los secuestros. Y los detenidos. Y los presos políticos. Y las guerras. Y las guerrillas. En Venezuela hay más hambre, eso sí. Y una miseria milenaria que a nadie le duele.   Mi participación ciudadana es nula. Vivo en mi país imaginario, mi país virtual, mi submarino atómico, mi asteroide B612.  Si hay una guerra, cierro las ventanas para no escucharla. No reciclo la basura, no cuido el agua, espero que el agujero en la capa de ozono esté lo suficientemente grande como para tragarse todas las injusticias. No marcho en pro de ninguna minoría, pues soy la minoría de las minorías. Nadie marcharía por mí, de la misma manera en que nadie cree que mi opinión política tenga algún valor estando yo tan lejos, siendo yo tan extranjera.

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Tengo que hacer algunas compras http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/tengo-que-hacer-algunas-compras/ Wed, 04 Aug 2010 08:03:42 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=567

Foto: René Hamann

„Él era torpe y hambriento de vida, por eso no tenía una novia“ (Bolaño, 2666).

Ella tiene la sombra de la mano en la cara.

Ella saca fotos. Dispara por la zona.

Ella va en su bicicleta por la ciudad, medio rubia. Naturalmente lleva anteojos.

Un vistazo a la torre de la iglesia, para mirar la hora. A sus espaldas un coro de prisioneros aplaudiendo. Ella es una.

Quizá un poco entrada en carnes, la dama. La definiría como „redondeada“. Mi novia A. se quejaba : „redondeada“ era humillante, casi ofensivo. La palabra „compacta“ definía mucho mejor la estructura de su cuerpo.

No estoy de acuerdo. Yo lo negaba.

Ensalada con aderezo francés,

Retira la pierna. Él la atrae con todo su cuerpo.

La jeunesse dorée – la juventud dorada- se siente en las terrazas de los cafés y mantiene su piel perfecta bajo la luz. Yo ya no pertenezco a eso. A las personas lindas. Quizá nunca pertenecí a ellas. O que nunca antes habíamos acordado, todo lo contrario: entonces yo quería pertenecer, me consideraba algo mejor. Ahora conozco la inutilidad. Ahora, que físicamente no puedo competir, siento envidia y un deseo de integración.

Hoy soy famoso, mañana no más.

Todo lo que puedes hacer es sumar. Ella juega siempre a dejar una huella plana. ¿Podría  por un momento permanecer inmóvil, para que pueda contemplarla como a una estrella de cine? No, no puede. Ella tiene que emprender alguna acción. Mira en su cartera en la que suena su celular.

¿Será así, como si soñaramos?

“ella terminó conmigo, porque no podía ayudarla físicamente”.

Él hombre con los pantalones militares poseía un formulario para pagar los impuestos.

Tácticas armas atómicas.

Él hombre con la corbata de media seda. Él se niega a dar cualquier respuesta. Él está siego por la óptica. Él la deja llegar a la superficie. Él todavía tiene que hacer algunas compras.

La otra le dieses a él, que eso no cuenta. Él no la ve. La casa que podría tener. Ella tiene razón y el se pregunta una y otra vez por qué es así.

Él mundo de ensueño es demasiado notorio.

Sus sueños son demasiado notorios.

Un cochecito de bebé lleno de ideas en una casa repleta de fidelidad.

Ahí de desarma el mundo.

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