corrupción – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Confesión posmoral http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/postmoralisches-bekenntnis/ Fri, 17 Jun 2011 06:45:42 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=4095 Vetternwirtschaft (alemán), Vetterliwirtschaft (suizo-alemán), Vetterleswirtschaft (suabo), Spezlwirtschaft (Baviera), Freunderlwirtschaft (Austria), Klüngel (Renania) o de manera profana Vitamin B, en español: enchufe. ¿Cuánta influencia tiene el nepotismo, esa distribución de beneficios entre allegados, en el manejo de la verdad?

Puedo imaginarme muchas cosas. Me puedo imaginar, por ejemplo, cómo uno se puede convertir en un Helmut Kohl. Sí, me puedo imaginar como uno primero llega a ser el sexto canciller de la República Federal de Alemana, el “canciller de la reunificación alemana” y el “canciller de la unificación europea” y como después termina siendo un personaje miserable. Me puedo imaginar cómo se llega a ese punto en el que alguien no quiera dar los nombres de los donantes para el financiamiento electoral, sólo porque éste  dio su palabra de honor de no hacerlo (voz original), por mucha ley de partidos o deber de publicación que se quiera. Primero uno es demasiado gordo y formal para la juventud y después uno encuentra –para colmo en un partido conservador cristiano- un sistema para ser funcional, uno inhala de su lógica, la transforma, le da forma, se embriaga en partes del sistema y en partes de uno mismo, y en un abrir y cerrar de ojos uno se encuentra en un marco de referencia que lo único que tiene en común con el mundo de la gente ordinaria es la apariencia. Ese es un estado en el cual dar palabra de honor se convierte en un signo más representativo de la sinceridad que la propia verdad. O sea, un estado en el que la verdad como un absoluto se vuelve quebradiza, porque también allí, en la sinceridad de la palabra de honor mora una verdad. Puedo imaginarme que el nepotismo no tiene rasgos de maldad, ni siquiera mirándolo desde dentro del núcleo del nepotismo hacia afuera. Puedo imaginarme que éste es percibido por sus protagonistas, por gente como Kohl, como un ritual de hermandad.

Me puedo imaginar muchas cosas, pues yo mismo soy débil de carácter. Por ejemplo, sé lo que significa querer ser el mejor y conozco también las ideas que surgen cuando en el camino a uno se le rechazan las pretensiones bruscamente. Conozco los movimientos vertiginosos del cerebro ante un rechazo, y sé que sólo basta un escaso enraizamiento en la entereza luterana y la pusilanimidad  pequeñoburguesa para dejarme caer en el la esfera de lo oscuro. Me puedo imaginar cómo se empieza a negociar con un superior, como se dice: para “avanzar”. Seguramente, bueno, así lo me imagino, uno no lo hace con la sonrisa pícara del malhechor, sino que uno ríe con el otro, hay verdadero aprecio entre los dos. Me imagino que así se ponen de acuerdo, por ejemplo profesor y alumno, en que el más joven de los dos merece un título. Me puedo imaginar cómo beben hasta muy entrada la noche y hasta que se han asegurado mutuamente de que es
correcto y para el bien de todos.

Me puedo imaginar muchas cosas, me puedo imaginar también lo terrible que se siente un reportero cuando una escena clave para su investigación, la escena que pudiera contar con unas pocas imágenes con profundidad de campo la totalidad del tema, no sucede y éste después tiene que inventarla. Me imagino como éste irrumpe en el arsenal de otros géneros y como allí se arma fuertemente con los fusiles de avancarga de la literatura para equipar las rígidas filas del periodismo. Y cómo éste después escribe sobre un
tema que sólo conoce de oídas, como si fuera testigo ocular. Me puedo imaginar inventar entrevistas como, en cierta ocasión, la del periodista Tom Kummer, y es que -como él describe en su autobiografía “Blow Up”-esto sucede no sólo por necesidad, sino también porque el hecho de inventar se comporta de manera más honesta con respecto al mundo que la afirmación en una crónica.

Puedo imaginármelo todo. Me puedo imaginar también situaciones que hacen parecer matar como algo necesario-y después desmentirlo. Soy hasta capaz de imaginarme, como por la pura necesidad de supervivencia me puedo volver un asesino en serie. Sí, me puedo imaginar cómo alguien como John Demjanjuk se convirtió en un carnicero, ya sea en  Treblinka o en Sobibor. También me puedo imaginar cómo uno puede olvidar el propio yo, después de haber cometido una acto de maldad, luego-de alguna forma- se le condena injustamente como a alguien que alguna vez fue un asesino en serie. Puedo imaginarme el poder perdonar todo tipo de comportamiento y puedo imaginarme también dudar hasta llegar a un estado “posmoral” que justifica cada mentira como una variación de la verdad.

Que ¿Por qué no lo hago? Digamos por la cultura, la pija burguesía o por ambas.

Traducido por: Adriana Redondo

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EL HUMUS RESPLANCEDIENTE http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/saftig-glanzender-humus/ http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/saftig-glanzender-humus/#comments Wed, 01 Jun 2011 16:55:23 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=3880 España vive tiempo de movilizaciones sociales, cambios y agitaciones culturales que obligan a pensar en un futuro inmediato marcado por nuevas obras culturales y un diálogo más estrecho con nuevas culturas.

Foto tomada en una de las sesiones de la Junta del 15-M Zaragoza. La considero emblemática porque los de la junta se subieron en una estructura situada al frente del ayuntamiento y colgaron este cartel.

Antonio Gamoneda, poeta fundamental para entender la evolución intelectual de España, cuya obra se une a la más selecta poesía escrita en Europa en los últimos 50 años, tiene unos versos que pueden reflejar perfectamente, si aplicamos con sutil elegancia el recurso retórico de la hipérbole, lo que experimenta actualmente la sociedad española:

Va a hacer diecinueve años/ que trabajo para un amo /Hace diecinueve años que me da la comida/ y todavía no he visto su rostro. /(…) / Va a hacer diecinueve años/ que salgo de mi casa y hace frío/y luego entro en la suya y me pone una luz/ amarilla encima de la cabeza.

Los versos pertenecen al poema “Blues del amo” y como se puede entender sin problema alguno, el “amo” es una economía que tiene al país con 5 millones de desempleados (de los cuales el 40% son jóvenes que han terminado su primera carrera universitaria), con un sistema bancario colapsado al cual el Estado español tuvo que destinar el 4% del PIB en 2010 para “ir al rescate” de las entidades económicas y finalmente con un descontento generalizado hacia la energía nuclear (en Marzo pasado se pidió en una gran manifestación el cierre de 6 de las 10 centrales nucleares que actualmente funcionan en el país).

El desastre de Fukushima en Japón puso en alerta a movimientos sociales de todo el mundo. En el caso español, las protestas hacia el nefasto uso de la energía nuclear como fuente energética no fueron tan masivas como lo fueron en Alemania o en otros países europeos, pero serán en parte el inicio de una serie de manifestaciones populares y callejeras que terminarán cuestionando todo el actuar político del país. El domingo 22 de Mayo, se han celebrado elecciones municipales y de alcaldía. Con una abstención del 33% de personas en edad para votar, se ha impuesto el Partido Popular, (PP) en 14 de las 17 provincias que constituyen la geografía política española. Esta victoria rotunda de la derecha representa solo el 22% del electorado: casi 8 millones de personas. España tiene 46 millones de habitantes,  la cifra de electorado que dio la victoria al PP sumada a la cifra de desempleados no supere al número de personas que se abstuvieron de votar este domingo me conduce nuevamente a pensar en los versos de Gamoneda. Algo ha pasado esta vez. Esa abstención decidió manifestarse políticamente de otra forma: se tomó las plazas públicas de la mayoría de las ciudades españolas para “acampar” y decir de una forma rotunda que hay que acabar con el bipartidismo tradicional que rige la vida política del país y cambiar drásticamente el manejo de la economía que ha recordado a muchos las penurias más rotundas que se vivieron bajo el franquismo. El 15-M es el nombre de las acciones convocadas por diversos movimientos sociales, vitaminados desde las redes sociales, que el domingo 15 de mayo decidió hacer uso de sus libertades civiles para sacudir al sistema. Ese día, miles de jóvenes españoles arman sus tiendas de campaña en los alrededores de la Estación del metro Sol, en el corazón de Madrid, repitiéndose este hecho en las ciudades más importantes de España.

El movimiento que lidera las protestas es Democracia Real Ya, el cual tiene 3 meses de vida y surge en redes sociales como Facebook. Se consideran apartidistas, pacíficos y ecológicos y están totalmente disconformes con el sistema político y económico español. Se financian gracias a la autogestión y donaciones, pretenden que el movimiento no sea algo que se extinga rápidamente, como ocurrió con los movimientos universitarios que estaban en contra del Plan Bolonia de estudios, quienes se encerraron en las Universidades de España a finales de 2008 y principios de 2009. Desean un cambio drástico y para este verano planean asambleas masivas y mantienen una muy visitada página web: El primer síntoma que observo en estos cambios es la derrota radical de la izquierda, ya que esta se alimentaba en gran parte de un electorado que ahora pertenece a Democracia Real Ya y otros movimientos sociales. Esta primera víctima ha sido el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ya que ha sufrido una rotunda derrota histórica (solo gobernará una provincia en todo el país: Asturias) y ha obligado al actual presidente y miembro de esta coalición José Luis Rodríguez Zapatero ha reconocer la difícil situación de “Jaque Mate” que vive la centro-izquierda penínsular.

Hay un debate sociológico al respecto, en el cuál los intelectuales no se ponen de acuerdo si estamos frente a un “Mayo 68 a la española” o es sólo un descontento fugaz. El consenso solo se da cuando se expone lo singular y extraordinario que es el hecho, que, como residente extranjero, nunca había visto en los largos años que llevo viviendo en este país tan contradictorio y tan fascinante a la vez. La idiosincrasia española, dada con sensualidad al fervor de la vida mediterránea y la fiesta, no suele protagonizar descontentos civiles ni protestar demasiado, a diferencia de los países latinoamericanos, con larga tradición en manifestaciones organizadas y en algunos casos dramáticos, con amplia experiencia en enfrentar con violencia a las fuerzas policiales. Conformismo que, para muchos proviene de años de bonanza económica durante los años noventa, que forjó una fuerte clase media muy preparada académicamente, ha minado en parte la actitud contestataria.

Georges Bataille se interrogaba de una forma magistral en su recolección de ensayos “La Literatura y el Mal” que si los tiempos revolucionarios habrían de dar esplendor a las artes y las letras. Los periódicos forman un rostro en el destino del hombre y parecen reflejar sus intereses o la pugna de estos con los intereses de los grupos económicos que están detrás de estos medios de comunicación. Los movimientos sociales y la prensa estarán siempre en conflicto; lo que afectará a la creación artística en última instancia. En el libro, Bataille señala que La Revolución Francesa no tuvo una inmediata camada de escritores destacada. Ve en el marqués de Sade el gran autor de la revolución pese a que este no comparte en absoluto los valores jacobinos de la flamante nación francesa. Le interesa subrayar el carácter rebelde de la literatura de tal forma, que las nociones de bien y mal queden tan confusas, mezcladas en incluso híbridas que parezca difícil establecer categorías de moralidad e inmoralidad. Como sucedió en esa época y como podemos ver, en otro sentido, pero ver sin problemas en la actualidad,  el conflicto del bien y el mal se resume en el conflicto del poder, de la forma de transferencia de energía de la que habló Michel Foucault más adelante. El poder está en todas partes y fluctúa, pasa de la información de la prensa, las páginas Web, Facebook, los poemas y crónicas que se escriben sobre la agitación social traspasan algo de apetito de poder o simplemente las ganas de combatirlo, estas ganas se canalizan en movilizaciones y estas pretender enfrentar al gran poder regentado en las instituciones.  Bataille habla de experiencias límites de creación al amparo de los cambios sociales, sobre todo cuando habla de Sade, Blake, Baudelaire o Kafka, otros escritores a los cuales el polifacético autor francés dedica ensayos. El humus que se genera de estas experiencias límite es humus de cambio social y de radicalización estética. Lo que sucede ahora en España, en mi opinión, se nutre  o se nutrirá de esto.

En tiempos de crisis, también nos preguntamos por las identidades. Pienso en escritores e intelectuales tan distintos en aporte pero todos unidos por la vanguardia cosmopolita y el ímpetu subversivo e interrogador. Pienso en autores tan sugerentes como Paul Celan, Edward Said, David Foster Wallace o Roberto Bolaño. Con obras tan diversas entre si y roles tan demarcados en el imaginario colectivo occidental, consiguieron que muchos de nosotros pensemos que la identidad es un perpetuo tránsito entre la memoria, los sueños, las lecturas y la realidad cercana. Me gustaría ver en estas protestas el humus resplandeciente para que broten personalidades como estas, capaces de cuestionar la realidad e insistir en la idea de lo nuevo, las velocidades estéticas que pueden regir nuestras vidas y hacernos ciudadanos impecables.

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